Por Jorge Gálvez
Cuando el avión aterrizó en la vibrante Caracas, un aire de expectativa y determinación envolvía a todos los que a bordo compartíamos la misión de ser testigos de un momento histórico. Sabíamos que estábamos a punto de presenciar acontecimientos que no solo marcarían a Venezuela, sino que resonarían en toda América Latina. El proceso revolucionario bolivariano, con su profundo significado estratégico para la verdadera izquierda clasista del mundo, nos convocaba a ser parte de una lucha que trasciende fronteras.
Con el corazón latiendo al ritmo de la esperanza de los pueblos, recorrimos las calles de la hermosa Caracas, donde nos encontramos con casi mil delegados internacionales, todos unidos en la misma causa: visibilizar ante el mundo la lucha del pueblo venezolano por su soberanía, ocultada por el velo del imperialismo y la derecha.
El cierre de la campaña del presidente Nicolás Maduro fue un espectáculo de unidad y fervor popular. Cerca de tres millones de asistentes, hombres, mujeres y niños de todos los rincones de Caracas, se congregaron en un acto que resonaba con la memoria del comandante Chávez. En cada rostro, vi reflejada la voluntad de lucha que él encarnó, un eco de esperanza que se negaba a desvanecerse.
Como delegación chilena, tuvimos la oportunidad de recorrer diversos centros de votación, entre ellos un emblemático centro educativo en el popular Barrio Unión de Petare, en el Estado de Miranda. En esta jornada electoral los venezolanos se enfrentaron a una decisión crucial: elegir entre diez candidatos al próximo presidente de la República, quien guiará al país entre 2025 y 2031. La participación ciudadana fue notable; largas filas de votantes se formaron desde las primeras horas de la mañana, dispuestos a ejercer su derecho al sufragio con un compromiso inquebrantable.
Nuestra delegación observó de cerca el proceso electoral, destacando la organización y la dedicación de los ciudadanos venezolanos en este importante evento democrático. La presencia de observadores internacionales, subraya la importancia de la transparencia y la legitimidad en las elecciones, pilares fundamentales para el fortalecimiento de la democracia en la región.
Desde el inicio, la revolución bolivariana enfrentó desafíos titánicos, incluyendo un ejército de bots en las redes sociales que inundaban el espacio digital con noticias falsas, buscando desorientar a los votantes y generar un clima de inseguridad. A esto se sumaron intentos terroristas de sabotear el proceso electoral, como el ataque a una central eléctrica. Sin embargo, a pesar de estos obstáculos, la victoria llegó como una explosión de esperanza y resistencia.
Con el 51,2 % de los votos para Nicolás Maduro M. y un 44,2 % para el ultraderechista Eduardo González, el “gallo Nico”, se erige como un líder gigante, superando bloqueos, intentos de asesinatos, campañas no solo del imperialismo en forma directa, sino también de todos sus lacayos, que en Chile conocemos bién.
El camino hacia grandes transformaciones está abierto, y el pueblo ha demostrado que la lucha por el socialismo y la revolución sigue viva. Chávez vive, Bolívar vive, y con ellos, la esperanza de un futuro mejor para todos los pueblos de América Latina. En Caracas, el eco de la revolución resuena más fuerte que nunca nuevamente. Gracias Venezuela que nos permites con tu acto heroido a nosotros seguir en la lucha por el socialismo.
