Embajador de Rusia en Chile: “las relaciones ruso-chilenas tienden a cero”

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El Embajador de Rusia en Chile Sergei N. Koshkin en en su discurso pronunciado por el motivo de la fiesta nacional “Día de Rusia“, señaló el actual estado de las relaciones entre Chile y Rusia, afirmó, “están en estado cero“, esta información fue el inicio de un análisis de la actual situación en la operación especial militar realizada por Rusia en Ucrania.

La actividad fue realizada este 9 de junio de 2023 en la Embajada de Rusia. Al evento asistieron Jefes de las Misiones Diplomáticas y Agregadurías Militares acreditadas en Santiago, autoridades municipales, representantes de los círculos políticos, empresariales y sociales chilenos y la Cancillería de Chile, así como residentes de nacionalidad rusa en el país.

Por la importancia de las relaciones internacionales de nuestro país, en el actual contexto de transformación de un mundo unipolar a uno multipolar, es que reproducimos la intervención del embajador en su totalidad.

Discurso del Embajador de Rusia en Chile Sergei N. Koshkin

“Se espera que en estas ocasiones un Embajador hable del estado actual y perspectivas de relaciones bilaterales de su país con el Estado receptor. Permítanme no hacer eso. Por más de un año las relaciones ruso-chilenas tienden a cero en casi todas las esferas. Y no por culpa de mi país.

Quisiera asegurar que Rusia sigue dispuesta a continuar, renovar y desarrollar la cooperación bilateral con Chile en los aspectos, las formas y en los volúmenes que la Parte chilena considere oportuno y posible para sí misma. Yo, como Embajador, veo mi tarea principal en eso.

En tal sentido considero pertinente solamente mencionar un amplio programa de actos y eventos recordatorios en el marco de los 50 años del Golpe militar en Chile, que tendrán lugar en Moscú y San Petersburgo tanto a nivel oficial, como de diferentes agrupaciones políticas, sociales y científicas.

Hoy quiero enfocarme más bien en otro tema que, supongo, les interesa a todos aquí presentes – el conflicto en Ucrania. Estando aquí en Chile, tan lejos del lugar de acontecimientos, no es fácil abarcarlos en su plenitud. La situación militar propiamente dicho es volátil. Esta semana el régimen ucraniano por fin parece haber intentado lanzar la tan aclamada y largamente prometida “contraofensiva”, la cual al menos en estos momentos se ve como un gran fracaso. Según la declaración del Ministro de Defensa de Rusia, el ataque fue repelido con numerosas pérdidas humanas y de material bélico ucraniano.

Para contrarrestar este fracaso las autoridades ucranianas acaban de cometer otro crimen terrorista haciendo estallar la represa de la Central hidroeléctrica de Kajovka y la tubería de amoniaco – recurso esencial para la producción de fertilizantes. Esta subversión contra la infraestructura civil además de dificultar el suministro de agua a Crimea y poner en riesgo la seguridad alimenticia global obligó evacuar miles de personas, causó un daño enorme al ecosistema y el sector agropecuario.

Como en los casos de semejantes ataques al Central nuclear de Zaporozhie o el sabotaje de nuestro, construido con tantos esfuerzos gasoducto “Nord Stream” en el mar Báltico, la Parte Rusa exige una detallada investigación internacional.

Hablando de la situación militar quisiera enfatizar tres cosas.

Primero. En estos momentos el combate no es entre Rusia y Ucrania, es de Rusia contra el poderío militar unificado de toda la OTAN, que suministra material bélico más sofisticado, moderno y de largo alcance, que ejerce dirección y planificación directas en el campo de batalla, proporciona información de inteligencia, incluida la técnica y la satelital, realiza adiestramiento del personal castrense, envía a sus propios instructores y hasta combatientes disfrazados de voluntarios. De esto hay que tener plena conciencia.

Segundo. Quisiera repetir las palabras de mi Ministro Serguéi Lavrov, quien en estos días aseguró una vez más: los objetivos político-militares inicialmente declarados de la Operación Especial nuestra siguen invariables, y son:

–        Defender a nuestra gente de las regiones de habla rusa;

–        Afianzar la seguridad político-militar de nuestra Patria amenazada por la expansión del bloque OTAN hacia nuestras fronteras;

–        Poner fin a la expansión del neonazismo y persecuciones étnicas en Ucrania.

Y estos objetivos van a ser logrados.

Y tercero. Contestando la pregunta que siempre me hace la gente sensata, partidaria de poner fin a las hostilidades. Es sobre la posibilidad de la búsqueda de una solución política negociada. La misma llamada al diálogo y las negociaciones la hizo la Cancillería chilena en su declaración reciente.

La respuesta es que la Parte Rusa ha estado y sigue estando dispuesta a negociar. Y en el mes de marzo del año pasado en Estambul estuvimos cerca de un acuerdo, pero a Kiev no le permitieron hacer eso. Para negociar hay que tener un interlocutor que parte de verdaderos intereses nacionales y, además, tiene la voluntad y capacidad de tomar decisiones. Y no es el caso de los dirigentes de Kiev. Los que toman decisiones están afuera y no están interesados en una solución pacífica del conflicto, sino en prolongarlo al máximo combatiendo hasta «el último ucraniano». En contra del término de combates se declararon categóricamente los dirigentes del así llamado Occidente colectivo.

Contra Rusia desencadenaron una guerra híbrida en todos los campos:

–        El de la esfera de información, donde no hay reglas, valen todos los métodos como “fake news” y mentiras de toda índole;

–        El de cultura, donde se prohíbe y se cancela todo lo ruso;

–        Y, naturalmente, el económico donde se utilizan múltiples rondas de drásticas sanciones ilegales que ellos mismos llaman “infernales”, las prohibiciones de toda índole, el rompimiento por el Occidente de sus antes tan “sagrados” principios de mercado libre, competencia justa, propiedad personal intocable, control estricto sobre exportaciones y reexportaciones de armamentos etc. etc. etc…

Y cuáles son los resultados de estos intentos, a ver:

–        Alarmantes tendencias en el sector financiero norteamericano;

–        La recesión económica en los países-líderes europeos;

–        Las crisis energética y alimenticia globales como resultado no de la política rusa sino de las sanciones occidentales malpensadas.

En estas circunstancias Rusia, al contrario, demuestra no muy grandes – a razón de un 2% del PIB – pero positivos resultados de su economía, confirmados hace poco por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Una cosa más. Quiero citar a un chileno conocido mío a quien valoro altamente, y quien hablando del conflicto recordó esta máxima conocida: que detrás de los arboles siempre hay que tratar de ver el bosque. 

Y el panorama general que se abre detrás de estos “arboles” del conflicto militar es el mundo actual que está cambiándose drásticamente.

El modelo económico internacional basado en las instituciones financieras occidentales ha entrado en una crisis profunda. El Occidente no logra mantener su dominio económico con herramientas del mercado, por lo que impone agresivamente su hegemonía política y militar, cuestionables valores morales y éticos occidentales, aspira a sustituir el derecho internacional por así llamado “orden basado en reglas”, “reglas” que nadie ha visto, nadie ha aprobado, que él mismo inventa y solo a él le benefician. 

Pero no resulta. El mundo avanza hacia un sistema multipolar más justo. Somos testigos del progresivo fortalecimiento de los Estados del Sur Global y del Oriente Global. Aparecen nuevos centros de toma de decisiones, como lo son, por ejemplo, el BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái. Se libra la lucha contra la dolarización de las relaciones económicas internacionales. Estos procesos se observan también aquí, en América Latina.

Rusia apuesta por un mundo verdaderamente democrático y justo, sin chantaje e intimidación de los indeseables, sin neonazismo y neocolonialismo. Llamamos a trabajar por hacer eso realidad.”

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