Por Jorge Gálvez (ex dirigente del FPMR actualmente integrante del Partido Igualdad)
El discurso de Gabriel Boric en la última reunión de la Asamblea General de la ONU reveló el aislamiento internacional al que ha llevado a Chile. En un contraste evidente, su intervención se llevó a cabo en una sala prácticamente vacía, reflejando el escaso interés y el rechazo a la política exterior del gobierno chileno, percibida como subordinada a los intereses de Estados Unidos.
Boric ha sido crítico de varios procesos populares en América Latina, expresando su oposición a gobiernos como los de Nicaragua, Venezuela, Cuba y Bolivia. Además, ha mostrado apoyo a gobiernos considerados dictatoriales, como la dictadura en Perú y el gobierno neonazi de Ucrania, lo que ha generado críticas sobre su actitud sumisa.
En contraposición, las voces soberanas e independientes del imperialismo atrajeron la atención y llenaron las salas de la ONU, especialmente durante el discurso del expresidente brasileño, Lula da Silva. La comparación gráfica entre países soberanos y aquellos percibidos como títeres dejó en claro que a nivel internacional, los títeres carecen de relevancia y audiencia.
Las imágenes de la Asamblea General de la ONU durante los discursos de Boric, considerado un lacayo de Estados Unidos, mostraron una sala prácticamente vacía, con una audiencia apática. Esto subraya la percepción global de que el verdadero poder en el escenario internacional reside en Estados Unidos, y que pocos están dispuestos a perder tiempo escuchando a sus supuestos subordinados. En cambio, cuando Lula da Silva habló, la sala estuvo llena, el público mostró atención y hubo múltiples aplausos, demostrando la influencia y el respeto que genera un líder con independencia política.
