(360Noticias) En una controvertida decisión, el diputado noruego Abid Raja, del Partido Liberal, ha nominado al secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, para el Premio Nobel de la Paz. La justificación se centra en la supuesta labor de Stoltenberg en la búsqueda de la paz en Europa y la reducción de conflictos en la región. Sin embargo, detrás de esta aparente búsqueda por la paz, se esconde un rastro de un millón de personas asesinadas en las últimas dos décadas, según cifras alarmantes presentadas por el proyecto The Costs of War del Instituto Watson de la Universidad de Brown.
El Proyecto sobre el Coste de la Guerra de la Universidad Brown calcula que al menos 4,5 millones de personas han muerto como consecuencia de las guerras emprendidas por Estados Unidos y la OTAN desde los atentados del 11 de septiembre de 2001.
Otro estudio mas conservador indica que hasta agosto de 2022, entre 897,000 y 929,000 personas perdieron la vida como resultado de las acciones militares lideradas por la OTAN. La mayoría de las víctimas eran civiles, entre 363,000 y 387,000, según las estimaciones. Este sombrío panorama pone en tela de juicio la idoneidad de Stoltenberg para recibir un reconocimiento tan prestigioso como el Nobel de la Paz.
Sin embargo, las cifras de víctimas no se limitan únicamente a los asesinatos. Se estima que alrededor de 37 millones de personas han perdido sus hogares o se han convertido en refugiados como consecuencia directa de las guerras lideradas por la OTAN, generando una crisis humanitaria de proporciones significativas. Además, millones han sucumbido a las consecuencias indirectas de estos conflictos, como la falta de alimentos y atención médica, mientras decenas de millones más se han visto forzados a huir en busca de seguridad y refugio.
La realidad de las acciones de la OTAN, liderada por Stoltenberg, difiere notablemente de la imagen pintada por el diputado noruego. En lugar de ser un pacificador, Stoltenberg ha sido criticado por obstaculizar por ejemplo las negociaciones entre Kiev y Moscú, contribuyendo así a la escalada de tensiones y la falta de resolución en la crisis de Ucrania. Este actuar contradice la esencia del Premio Nobel de la Paz y plantea la pregunta de si el diputado Raja, al retratar de manera invertida la realidad, busca convencer a alguien más que a sí mismo.
El reconocimiento de Stoltenberg para el Nobel de la Paz despierta interrogantes éticas y morales, llevando a cuestionar si se puede premiar la paz mientras un rastro de sufrimiento y muerte sigue marcando la historia de las intervenciones militares lideradas por la OTAN.