El voto “En Contra” arrasará en diciembre

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Por Roberto Ávila Toledo (abogado DDHH)

Se pueden hacer muchas cosas con el pueblo, algunas pocas sin el pueblo, pero ninguna contra el pueblo. El actual proceso constituyente viene de las enormes movilizaciones ciudadanas del año 2019.

Es el pueblo contra los abusos del modelo neoliberal: AFP, ISAPRES, sueldos mínimos miserables, enriquecimiento de la casta política, corrupción en todo el aparato del Estado, servicios básicos de precios abusivos, etc.

A partir de esa formidable voluntad ciudadana y aprovechándose de ella se constituyó el gobierno actual, luego pensando que los ciudadanos somos tontos nos propusieron un proyecto constitucional que puso como mascarón de proa: la desintegración de nuestro Estado y nuestra identidad nacional, despreciando nuestra historia, nuestros símbolos patrios y olvidándose, quizás mediante pago, de la nacionalización del cobre y del litio.

Le fue como les tenía que ir

El modelo neoliberal ha constituido una casta política en la cual todas las expresiones le sirven por igual. Nunca el capitalismo había conseguido esto. Ahora nos quieren imponer una constitución que establece la tiranía de los partidos políticos, que no reconoce derechos sociales y que deja intacto el neoliberalismo.

La Constitución de 1980 entronizó una dictadura militar y estableció una sociedad donde solo tenían derechos los que tenían dinero. Ahora son los partidos políticos y las grandes empresas.

El pueblo se da cuenta de la maniobra y percibe claramente para dónde van las cosas. Establecieron una convención de expertos, que en lo único en que son expertos es en vivir del Estado, una convención que no corta ni pincha y por último una comisión final para que recorte lo que no les guste.

Van a perder por paliza, van a perder por más votos que los que querían cambiar la bandera, que enarbolaban la marihuana como virtud, que querían cortar el país a pedazos y desnacionalizar el cobre.

La casta política lleva más de 30 años viviendo a costa de los chilenos, enriqueciéndose sin pudor alguno y la generación de recambio es más rapaz aún; son una edición corregida y aumentada.

Tienen menos vergüenza y más avidez de dinero. El pueblo lo percibe nítidamente por eso la derrota del proyecto constitucional republicano es inevitable y será estruendosa, wagneriana. Desesperados hacen reuniones secretas, intentan artilugios y quieren llevar la definición constitucional al parlamento en circunstancias que un 82% de los chilenos les dijo que el parlamento no debía intervenir en nada en el tema constitucional.

Una reina preguntó una vez que quieren y cuando escuchó pan dijo, si no tienen pan que coman tortas. Su marido preguntó y esos que gritan es una revuelta y su asistente le respondió no señor; es una revolución.

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