MOSCÚ /TASS/. Las relaciones ruso-chilenas se desarrollarán independientemente de la coyuntura en el país, afirma el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, en su artículo “50 años del golpe en Chile: memoria y lecciones” para Rossíiskaya Gazeta.
El ministro recordó que, un día como hoy hace cincuenta años, tuvo lugar en Chile un acontecimiento que se convirtió en “la conmoción más fuerte para la comunidad mundial” y llevó al poder, como resultado de un golpe de Estado, a la dictadura militar de la junta encabezada por el general Augusto Pinochet.
“Las relaciones diplomáticas ruso-chilenas se restablecieron inmediatamente después de la caída del régimen de Pinochet en marzo de 1990”, recordó Lavrov. “Desde entonces han tenido una tendencia constante a desarrollarse. Estoy seguro de que así seguirá siendo en el futuro, independientemente de las tendencias oportunistas que se apoderen de ciertos políticos chilenos”, señaló.
Un juego de Washington
El jefe de la diplomacia rusa subrayó que aquellos “acontecimientos de hace medio siglo” interrumpieron “la tradición democrática chilena” durante diecisiete años y se convirtieron en “el parteaguas político de la historia moderna del país”. “El mundo entero vio las fotos de los cazas que se abalanzaban sobre el palacio presidencial de La Moneda, en el centro de Santiago, así como del presidente legalmente elegido Salvador Allende, que defendió los fundamentos democráticos del Estado, en los últimos minutos de su vida con casco y un fúsil en las manos”, recordó Lavrov.
Destacó que el Gobierno del Frente Popular encabezado por el socialista Allende llegó al poder en 1970 como resultado de la libre expresión de la voluntad de los electores chilenos dentro del procedimiento previsto por la Constitución del país. Al mismo tiempo, el proyecto del Frente Popular tenía una evidente dimensión internacional, estaba orientado a alejarse de la dependencia exterior y a fortalecer los orígenes nacionales y latinoamericanos.
“Tales planes estratégicos de la dirigencia chilena crearon sin duda (si seguimos la conocida lógica neocolonial de la Casa Blanca) casi una amenaza existencial para Estados Unidos. A Washington le repugnaba y le sigue repugnando la idea misma de que otros Estados tengan derecho a elegir su propio modelo político y socioeconómico de desarrollo”, explicó el ministro. “Está claro que muchas de las dificultades a las que se enfrentó el Gobierno de Allende fueron crucialmente no sólo ‘calentadas’ sino directamente generadas por políticos y empresas occidentales”, expresó.
“Los documentos desclasificados de los archivos estadounidenses no han hecho más que confirmar lo que ya no era ningún secreto inmediatamente después del golpe. Incluso antes de que Allende asumiera el poder, en Washington se estableció el curso para su derrocamiento, utilizando todo el arsenal de chantaje político y presión. Se hizo todo lo posible para desestabilizar la situación interna”, añadió Lavrov. “Los estadounidenses utilizaron activamente todo lo que más tarde adquirió una forma concentrada con el nombre de ‘revoluciones de colores'”, subrayó.
Una práctica de desestabilización bien establecida
El canciller ruso destacó que tal “modus operandi verdaderamente maquiavélico permitió a los clientes del golpe de Estado en el país sudamericano lograr su objetivo”. “Y dado el éxito de la ‘prueba’, este conjunto de acciones destructivas se ha convertido en una plantilla que Washington y sus satélites siguen utilizando hoy contra Gobiernos soberanos de todo el mundo”, subrayó el jefe de la diplomacia rusa. Esto incluye la organización de la tercera vuelta de las elecciones en Ucrania a finales de 2004, las revoluciones de colores en Yugoslavia, Georgia y Kirguistán. Por último, el apoyo abierto al sangriento golpe de Estado en Kiev en febrero de 2014, así como los persistentes intentos de repetir el escenario de una toma violenta del poder en Bielorrusia en 2020. No podemos dejar de mencionar la Doctrina Monroe, que los estadounidenses parecen querer extender a todo el globo para convertir todo el planeta en su “patio trasero”.
Al mismo tiempo, como señaló Lavrov, esta “línea francamente cínica” neocolonial del Occidente colectivo es rechazada cada vez más por la mayoría mundial, que está francamente cansada del chantaje y la presión, incluida la fuerza, las guerras de información y los juegos geopolíticos de suma cero. “Los Estados del Sur y del Este Global quieren controlar su propio destino, seguir una política interior y exterior de orientación nacional, en lugar de sacar ‘las castañas del fuego’ a las antiguas metrópolis”, resumió el ministro.