(360Noticias) Una nueva y grave escalada de agresión contra la soberanía de Venezuela protagonizó el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al afirmar públicamente que el petróleo, las tierras y otros recursos naturales venezolanos “pertenecen” a EE. UU., exigiendo su devolución inmediata y anunciando un bloqueo total contra los petroleros que entren y salgan del país caribeño.
A través de su red social Truth Social, Trump sostuvo que Venezuela estaría “completamente rodeada por la Armada más grande jamás reunida en la historia de Sudamérica” y advirtió que dicha presión militar aumentará “hasta que devuelvan a Estados Unidos todo el petróleo, las tierras y otros activos que nos robaron previamente”. En una declaración que remite sin ambigüedades a las prácticas coloniales del siglo XIX, el mandatario estadounidense se arrogó la propiedad de los recursos estratégicos venezolanos y justificó la amenaza militar bajo acusaciones de terrorismo, narcotráfico y trata de personas contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Trump fue más allá y aseguró haber ordenado “un bloqueo total y completo” a los petroleros que operan con Venezuela, medida que, de concretarse, constituiría un acto de guerra y una violación flagrante del derecho internacional, del principio de libre navegación y de las normas básicas del comercio internacional. Además, reiteró la narrativa de criminalización del Estado venezolano al calificarlo como una “organización terrorista extranjera”, sin respaldo jurídico alguno en el sistema multilateral.
La respuesta de Caracas no se hizo esperar. El Gobierno Bolivariano calificó las declaraciones de Trump como una “grotesca amenaza” y denunció que el presidente estadounidense pretende imponer “de manera absolutamente irracional un supuesto bloqueo militar naval” con el objetivo real de “robarse las riquezas” de Venezuela. En un comunicado oficial, el Ejecutivo venezolano afirmó que Trump viola abiertamente la Carta de las Naciones Unidas y actúa al margen de toda legalidad internacional.
Nicolás Maduro afirmó, que la verdadera intención de Washington “fue siempre apropiarse del petróleo, las tierras y los minerales del país a través de gigantescas campañas de mentiras y manipulaciones”. Caracas subrayó que Trump, incluso en su propio discurso público, “asume que el petróleo, las tierras y las riquezas mineras de Venezuela son de su propiedad”, lo que evidencia —según el comunicado— una visión abiertamente neocolonial y depredadora.
Venezuela ratificó su soberanía plena sobre sus recursos naturales y su derecho a la libre navegación y al libre comercio en el mar Caribe y en los océanos del mundo. En ese marco, anunció que ejercerá “en estricto apego a la Carta de la ONU” su jurisdicción y soberanía frente a estas amenazas, y que su embajador ante las Naciones Unidas denunciará formalmente esta “grave violación del derecho internacional”.
“El pueblo venezolano jamás volverá a ser colonia de imperio ni de poder extranjero alguno”, afirmó el comunicado oficial, que además llamó al pueblo estadounidense y a los pueblos del mundo a rechazar “por todos los medios esta extravagante amenaza”.
Las declaraciones de Trump, lejos de ser un exabrupto aislado, confirman una doctrina imperial que concibe a América Latina como zona de saqueo y subordinación, donde la fuerza militar y el chantaje económico se presentan como herramientas legítimas para apropiarse de recursos ajenos. En el caso venezolano, esta lógica vuelve a expresarse de manera descarnada: el intento de convertir el petróleo y las riquezas de un país soberano en botín de guerra del imperialismo estadounidense.











