Legado de Piñera: Corrupción, delitos financieros, actos de lesa humanidad, migración descontrolada

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Por Jorge Gálvez (integrante del Partido Igualdad)

A pesar del mega lavado de imagen de los medios oficiales a Sebastián Piñera tras su muerte, la historia lo resume en hechos de corrupción, falta de ética política y económica, delitos financieros, actos de lesa humanidad, uso de información privilegiada para aumentar sus negocios y fortuna mientras era presidente, e intentos de derrocamiento de un gobierno soberano que generaron un inmenso problema de migración, que Piñera creó e incentivó, cuyas consecuencias aún las tenemos que enfrentar, los carteles del narcotráfico que asolan nuestro país.

El gobierno de los empresarios y el capital financiero

Durante los gobiernos de Sebastián Piñera en Chile, se observó una fuerte tendencia hacia el fortalecimiento de la élite económica en detrimento del bienestar general de la sociedad. Este periodo se caracterizó por una apropiación desmedida de la institucionalidad política por parte de los intereses de la clase burguesa, relegando el interés público a un segundo plano y priorizando los beneficios individuales de los empresarios. En esencia, con Piñera presenciamos el gobierno de los empresarios, sin intermediarios, donde las políticas se diseñaron para favorecer exclusivamente a los sectores económicos privilegiados ligados a los capitales financieros y transnacionales.

El fracaso político de Piñera fue una expresión adicional del agotamiento del modelo neoliberal, el cual ha demostrado su incapacidad para abordar las desigualdades estructurales y promover un crecimiento económico con justicia social.

A lo largo de los mandatos de Piñera, se perpetuó una continuidad en la aplicación de políticas que solo exacerbaron las brechas sociales y económicas, que alimentaba un creciente descontento social. Piñera llegó al poder repleto de promesas luego incumplidas y expectativas no realizadas. Su llamado “segundo gobierno” no logró concretar las mejoras económicas y sociales prometidas, sino que se basó en el mantenimiento de un crecimiento económico superficial, sustentado en la explotación laboral y la precarización de las condiciones de vida de las y los trabajadores como también las capas medias.

La falta de un proyecto país claro y la improvisación en las políticas gubernamentales fue característico de su gestión, reflejando un desprecio evidente hacia la clase trabajadora y favoreciendo sistemáticamente al empresariado en detrimento de los sectores más vulnerables de la sociedad.

La política empresarial de Piñera profundizó las condiciones de descontento, culminando en el estallido social de 2019, que no fue más que la manifestación de un malestar acumulado durante décadas de abuso y desigualdad. Sin embargo, la respuesta del gobierno a este estallido, así como a la pandemia posterior, fue profundamente inepta y represiva.

El manejo de la gestión de la pandemia estuvo llena de actos corrupción empresarial, en tanto, el estallido social fue marcada por actos de lesa humanidad y una brutal represión, condenada enérgicamente por instituciones de derechos humanos a nivel internacional. Aún se espera justicia para las numerosas víctimas de esta represión, que incluyen personas asesinadas, torturadas y cientos más que han perdido la visión debido a la violencia desproporcionada de los agentes del Estado.

El gobierno de Piñera culminó con niveles de desconfianza y desaprobación históricos, reflejando una deslegitimación generalizada que afectó en su momento no solo al gobierno en sí, sino también a las instituciones capitalistas tradicionales.

Corrupción

Corrupción, falta de ética y uso de información privilegiada en los negocios era una conducta habitual en Piñera. Según la revista Forbes, Sebastián Piñera y su familia tienen la quinta mayor fortuna de Chile. Su patrimonio alcanza los 2.900 millones de dólares. Cifras de dicha revista apuntan a que Piñera contaba en su momento con el 26 por ciento de la aerolínea chilena y que obtuvo 1.500 millones de dólares en el negocio.

Piñera y su familia están involucrados, desde inversiones en empresas financieras hasta negocios inmobiliarios y hoteleros. En las inversiones de su familia destacan empresas como Inversiones Futuro; Inversiones Esperanza; Inversiones y Asesorías Milenio; Agrícola y Ganadera Los Corrales; Inversora San Juan; Inmobiliaria Arenas Blancas; Hotelera Lago Ranco; Inmobiliaria El Canelo; Inmobiliaria El Mañío y DipteL; la inmobiliaria El Boldo y Vox Populi, entre otras.

Sus dos presidencias reflejaron reiterados conflictos de interés, usó su cargo político y responsabilidades como presidente en función de sus intereses financieros privados. Además, la participación en operaciones financieras de alto riesgo y el uso de información privilegiada, como demostraron los audios vinculados a transacciones sospechosas con una corredora estadounidense.

Piñera tenía un historial de irregularidades en el mundo de los negocios, era reconocido como un hábil especulador bursátil. Entre los casos más bullados, están las irregularidades en la quiebra del Banco Talca, su adquisición del negocio de tarjetas de crédito, el caso Chispas cuando era parlamentario, el uso de información privilegiada para adquirir acciones de LAN, la tardanza en la venta de sus empresas mientras asumía la Presidencia y sus vínculos con el caso Cascadas, entre varios otros.

El desastre en la política internacional

La política internacional de Piñera fue otro fracaso, comenzando con el intento fallido de constituir Prosur, foro que pretendía la integración de América Latina desde un enfoque neoliberal. Luego vino el vergonzoso viaje de Sebastián Piñera a Cúcuta, con el propósito de derrocar a otro gobierno, hecho inédito en el continente, buscaba dar un golpe de estado al legítimo gobierno de Venezuela.

La ausencia de importantes líderes y la retirada de Mike Pence dejaron a Piñera solo con el traidor Juan Guaidó y el presidente de Colombia. El intento de Piñera de buscar un liderazgo en América Latina, terminó en un bochorno. Esto no solo fue un fracaso político, sino el comienzo de problemas para su gobierno. La estrategia de centrarse en Venezuela desarmó sus ambiciones internacionales.

Además, abrió las puertas a los migrantes venezolanos, lo que exacerbó la crisis migratoria en Colchane. Las palabras de su ministro Pablo Longueira, alentando a los venezolanos a ir a Chile en busca de trabajo, agravaron la situación. El viaje a Cúcuta marcó el principio del fin para Piñera, con repercusiones políticas y migratorias desastrosas para Chile. Haciendo del territorio nacional un teatro de las operaciones de los cárteles del narcotrafico.

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