por Hugo Farías Moya
Honduras, es un país centroamericano, que limita con Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Tiene acceso a los dos mares más grandes del mundo, el océano Atlántico y el Pacífico. Quizás, por lo bajo de su territorio sea tan desconocido para el resto del mundo. Sin embargo, para los que somos más inquietos, nos cultivamos con su historia.
Tiene en la actualidad una superficie de: 112,492 km², con casi 12 millones de habitantes. La ciudad capital es Tegucigalpa. Es el segundo país con más superficie de Centro América, después de Nicaragua.
Desde que Honduras se separó, al igual que las colonias americanas del dominio español, comenzó una serie de intentos de gobierno de distinta índole. De ahí hasta completar el siglo XIX se sucedieron gobiernos de distinta índole, algunos apoyados por los países limítrofes.
Durante los siglos XIX y XX se dio inicio a la industria bananera, que significó que casi todo el trabajo precario dependía de esta industria, dirigida por capitales y personal norteamericanos.
En los años 80, con el triunfo de la revolución sandinista de Nicaragua, Honduras se convirtió en base de operaciones para la contrarrevolución, a través del mandato del presidente Ronald Reagan de Estados Unidos. Desde ahí fue el comienzo de gobiernos tiránicos de derecha.
Al inicio del siglo XXI se dio inicio a gobiernos de la elite empresarial, con Ricardo Maduro elegido presidente en el año 2001. Después lo sucedió el liberal Manuel Zelaya, que gobernó para sacar al país de la pobreza que tenía sumido a la población los gobiernos de la oligarquía. Por consiguiente, Manuel Zelaya se alejó de Washington y llegó a acuerdos petroleros con el gobierno de Venezuela, cuyo presidente era Hugo Chávez Frías. Además, se integró al ALBA.
El siguiente proyecto, era abrir un proceso constituyente y escribir una nueva constitución. Tal como lo habían realizado otros países de la región. Esto le trajo problemas con la elite empresarial, religiosa y política, que de inmediato propiciaron la nulidad del gobierno legítimo. En efecto, el presidente fue secuestrado por el ejército desde el palacio presidencial y expulsado del país. Este hecho fue calificado como “golpe de estado” por la comunidad internacional y dividió al país entre los que resistían al golpe de Estado, y los que lo apoyaban.
Después el gobierno de facto que lo sucedió, en medio de esta crisis, Honduras celebró sus elecciones y resultó ganador el candidato del tradicional derechista y conservador Partido Nacional, Porfirio Lobo Sosa. Terminado este mandato sería elegido Juan Orlando Hernández. Ante las graves sospechas de fraude, se sucedieron varios días de manifestaciones con un saldo de 33 muertos. El gobierno declara el estado de emergencia. Según las la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, “muchos manifestantes fueron apresados en instalaciones militares, donde fueron brutalmente torturados”.
En el año 2019, el Departamento de Justicia de New York, encuentra culpable al hermano del presidente de Honduras Juan “Tony” Antonio Hernández. por crímenes de narcotráfico y tráfico de armas hacia los Estados Unidos. Ahora, en esta semana el expresidente de Honduras Juan Orlando Hernández (2014-2022) también fue declarado culpable este viernes, de tres cargos de narcotráfico y armas, por un jurado de Nueva York, tras un juicio que se ha extendido más de dos semanas.
Así Juan Orlando Hernández, se convierte en el mandatario latinoamericano de mayor rango condenado por narcotráfico, después del panameño Manuel Antonio Noriega. Afuera del tribunal, un medio centenar de hondureños comenzaron de inmediato a celebrar el veredicto, que puede costar a Hernández varias cadenas perpetuas.
La Fiscalía sostenía que la actividad narcotraficante de Hernández no se limita a sus dos mandatos presidenciales, sino a toda su carrera política, desde al menos 2004, un tiempo en el que utilizó sus cargos públicos, “así como la Policía y el Ejército” para apoyar a las organizaciones de narcotráfico de Honduras, México y otros lugares.
En resumen, Honduras tenía a un delincuente de derecha, con un amplio prontuario criminal como Presidente de la república por ocho años. “Triste record para los hondureños, digo yo”.