Izquierda Ecologista Popular avanza y tiene grandes desafíos

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por Daniel del Bosque Suárez

Chile está viviendo una crisis institucional profunda, donde no hay poder del Estado que no esté involucrado. El último de los síntomas es el desatado por la corrupción en el poder judicial, con los audios de Hermosilla. Pero desde allí se puede visualizar la putrefacción que remece al conjunto del bloque político que gobierna el país en la etapa post-dictatorial, desde la derecha hasta el oficialismo.

En este contexto, el pacto formado por los partidos Humanista, Igualdad y Popular, junto a un número importante de organizaciones populares y políticas de la izquierda chilena, que se ha llamado “Izquierda Ecologista Popular”, lista B en las próximas elecciones regionales y municipales de octubre 2024, se levanta como una alternativa política para disputar el poder y tiene grandes desafíos.

Hasta ahora, el pacto ha logrado levantar 6 candidaturas a gobernaciones regionales y 25 candidaturas en alcaldías, en total más de 400 candidaturas si se suman consejeros regionales y concejales municipales.

En base a las principales demandas sociales y críticas al sistema político institucional, el pacto logró sistematizar un conjunto de lineamientos y directrices programáticas, que prefiguran un proyecto político que se proyecta hacia 2025 como alternativa hacia las elecciones parlamentarias y presidencial, frente a una coalición de gobierno que abandonó su programa de transformaciones y que, muy tempranamente, ha sido una desilusión para los sectores que intentó representar. Un verdadero fiasco.

La derecha, que hoy es más dispersa en cuanto a representación política, ha enfrentado estas elecciones bastante dividida. En la ultraderecha, el partido Republicano disputará sus votos con el Partido Social Cristiano y los ultraliberales (un remedo del anarcocapitalista Milei). Por otra parte, la derecha tradicional de la UDI y Renovación Nacional, dos fuerzas decadentes, protagonistas de los mayores escándalos de corrupción de los últimos años, que además cargan el legado de Piñera, el gran estafador financiero de la derecha. Finalmente, una novísima derecha, conformada por los liberales de Evópoli, más los Amarillos y el Partido Demócrata, ambos, remanentes de la otrora Democracia Cristiana en fase de extinción. Un sinceramiento tardío de lo que siempre fueron: derechistas culposos de haber impulsado el golpe cívico-militar que inauguró la dictadura de Pinochet.

El PDG es caso aparte, un pseudo partido para llenar al ansias de poder y dinero del ególatra Parisi, se encuentra en la UTI y solo seguirá cayendo para hacerse intrascendente.

En el oficialismo la cosa no es menos crítica. Los invitados de última hora, el llamado “Socialismo Democrático”, donde el único partido relevante es el Socialista, que lo único de “socialista” es su nombre, se encuentran hoy ocupando los principales cargos del gobierno. Se dedican a conducir la política fiscal por los límites del modelo neoliberal y a dar continuidad a la política represiva hacia los sectores populares y con especial encono hacia las organizaciones de resistencia mapuche. Una verdadera vergüenza si lo comparamos con el rol del PS en el gobierno de la Unidad Popular, especialmente al tener presente la figura del compañero presidente Salvador Allende, figura a la cual traicionan en cada uno de sus actos.

Capítulo aparte es el Frente Amplio, hoy constituido en partido, y el desastre que vive el Partido Comunista, donde los sectores liberales, anticomunistas, identitarios, libran una disputa de poder encubierta de “lucha de generaciones” para intentar conducir al otrora partido de la clase obrera, hacia posiciones socialdemócratas y redefinirse como el partido feminista de Chile. Este sector (FA y sectores liberales del PC), y especialmente el presidente Boric, son hoy día el principal obstáculo para los sectores populares y para detener el avance de la ultraderecha. Para que decir el triste papel que juega Boric al lado del fascista Zelensky, aliado de la OTAN y de los intereses económicos transnacionales.

El desafío de la verdadera izquierda, que hoy se conforma en el pacto “Izquierda Ecologista Popular”, es enorme. No solo necesita mostrarse y conseguir triunfos electorales, sino que debe hacer una buena gestión donde llegue a conseguir los votos y, especialmente, proyectarse como una fuerza política real, sólida, unitaria, amplia, diversa, representativa de los sectores oprimidos, populares, del feminismo de clase, del ambientalismo humanista y en general, de aquellos que entienden la lucha social con centralidad en la lucha de clases, que sigue siendo el principal vector de la política, contra el identitarismo oportunista y vacío de contenido realmente transformador.

Octubre es un mes de lucha que hace confluir idearios que son referentes para la izquierda chilena y latinoamericana. Nuestro pueblo mapuche, el Ché, Miguel Enríquez, Tamara y José Miguel son parte del legado que la verdadera izquierda no reniega. Con esa fuerza en la conciencia, con su ejemplo, las nuevas generaciones de transformadores sociales por la igualdad y la justicia social deben reafirmar el compromiso con Chile y su pueblo. Todas las luchas son necesarias.

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