2023 el año deplorable para la política chilena

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por Roberto Ávila Toledo

Aristóteles escribió que solo las bestias y los dioses podían vivir en solitario y que los hombres solo podían vivir en comunidad, en la polis. Me permitiría agregar que tampoco los dioses pueden vivir aisladamente, pues por algo nos cuentan que ellos viven en el Olimpo, que es una comunidad.

La actividad política correctamente concebida es de mucha nobleza y generosidad, ya que se trata de que hay integrantes de la comunidad que dedicarán sus mayores y mejores esfuerzos no al cultivo del jardín propio, sino a la plaza pública. No trabajarán ni se esforzarán solo para sí y los suyos, sino para todos.

Max Weber llega a señalar que la actividad de los políticos profesionales no debe juzgarse deontológicamente, sino por sus resultados. Así, por ejemplo, un ministro de economía no puede afirmar sin hacer matices que la situación de su país se hará catastrófica. Pues con ello no haría otra cosa que agravar los problemas; si es necesario mentir para aminorarlos, debe hacerlo.

En Roma se estableció que había una carrera de los honores que era la política, y que había una carrera del comercio, y que no se podían desarrollar simultáneamente una y otra.

Para la carrera de los honores se reserva el mármol de los monumentos, los nombres de las calles y ciudades, y el registro de los historiadores. Para los que buscan hacer dinero, que es también legítimo, solo recibirán el recuerdo de sus herederos y eso con suerte.

Ha terminado el año 2023 y el balance de la política o cosa pública chilena es desastroso.

Los escándalos de corrupción cruzan todo el arco político, la administración en los municipios, el caso fundaciones, las rendiciones de cuenta por subsidios públicos electorales; en todas partes chapotea la corrupción.

La derecha sabe de estas cosas y mucho, pero es la primera vez en que la izquierda o algunos sectores de ellos, lamentablemente los más jóvenes, aparecen involucrados en estas cosas.

En toda la historia de la izquierda: Recabarren, Laferte, Grove, Pedro Aguirre Cerda, Raúl Ampuero, Luis Corvalán, Miguel Enríquez, Carlos Altamirano, Gladys, ni Salvador Allende; ninguno de ellos estuvo nunca metido en líos de plata.

Hoy están involucrados y, precisamente, los más jóvenes, lo que es más preocupante aún. Cuando uno es joven, está lleno de idealismo y el dinero no importa, o más bien, no debería importar. ¿Cómo serán después?

En la derecha, las cosas son incluso peores. Va a ser formalizada en los próximos días una emblemática alcaldesa, y hay otra, de un poco más edad, que no sabemos por qué no le ocurre nada judicial. Hay un alcalde de una comuna del Chile lindo que está preso.

Se ven venir resoluciones judiciales que afectarán a importantes personas del mundo municipal de todos los sectores. Es increíble que las direcciones partidarias no adopten medidas alguna para enfrentar esos días que serán desastrosos.

El ser nacional, la cosa pública, se van construyendo a partir del debate de ideas y es entonces una obligación fundamental de los partidos contribuir a la creación, difusión y debate de esas ideas.

Lamentablemente, hoy no hay debate público; hay un simple conventilleo de descalificaciones de corto alcance que solo nos permiten apreciar las limitaciones evidentes de nuestros actuales dirigentes políticos. Si uno ve los debates en el parlamento, se da cuenta de que la inmensa mayoría de los parlamentarios leen sus intervenciones, que son además modestísimas en cuanto a sus contenidos.

Chile tiene un estancamiento económico desde hace 15 años. Nuestro crecimiento el año 2004 será similar al de Haití; solo el ministro Marcel cree que creceremos un 2,5%, y sobre esa base construyó la ley de presupuesto nacional. La derecha, que debería ser oposición, ni siquiera reparó en ello, pues sus representantes son de tal modestia intelectual y de tan escasa formación que ya ni se acuerdan del 1% de superávit estructural en el presupuesto, uno de sus ejes en estos debates.

Se anuncia un acuerdo desastroso para las arcas fiscales entre Codelco y Soquimich. Este acuerdo señala que las utilidades para Chile se asignarán exclusivamente para el pago de la gigantesca deuda que tiene Codelco después de las desastrosas administraciones de que ha sido víctima.

Los grandes beneficiados serán los nietos del General Pinochet y su ex yerno Julio Ponce Lerou. Me niego a creer que Soquimich mantenga sus prácticas del pasado y haya obtenido este contrato tan beneficioso e injustificado por medio de incentivos económicos al mundo político.

Pero tras la paletada, nadie dijo nada. Debo creer, porque soy un hombre de fe, y creo en la redención, que hoy Soquimich convenció al mundo político de este contrato, simplemente a partir de sus argumentos y que sus antiguas prácticas están ya superadas y olvidadas.”

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