Este primero de mayo conmemoramos el día internacional de la clase trabajadora.
La fecha nace desde la represión de obreros y el enjuiciamiento arbitrario de dirigentes de la clase, la mayoría de ellos socialistas y anarco-sindicalistas que, hacia 1886, organizada y decididamente levantaron una huelga general demandando la reducción de las jornadas laborales a 8 horas, jornadas que en la época no bajaban de 16 horas. La consigna fue “8 horas de trabajo, 8 horas de recreación y familia, 8 horas de descanso”.
Las condiciones materiales actuales, especialmente en Chile, mantienen una relación “capital-trabajo” que provoca condiciones de grave precarización laboral, injusticia salarial y relaciones de explotación que no distan de la realidad comparativa del siglo XIX, así mencionamos, entre otras cosas: código laboral burgués, artículos de libertinaje empresarial (como es el art 161), los 4 pilares laborales, etc.
Poco y nada ha cambiado en la relación de los trabajadores con la patronal, y menos aún de los trabajadores con respecto al poder. Hoy, sin ir más lejos, el gobierno de turno y su estructura de soporte (que para vergüenza de la historia, incluye a la CUT y a ANEF) ocupa imágenes y frases de la clase trabajadora; sin embargo realiza acuerdos a espalda de los y las trabajadores, desdibuja de manera horrenda demandas históricas de la clase, discutiéndolas en el congreso a la vez que las vacían de su contenido original. He aquí el ejemplo de la Ley de reducción de jornada laboral a 40 horas semanales; ley que no solo incorpora una implementación segmentada y paulatina, sino que permite –en la práctica- la hiperflexibilización laboral que permite aumentar las horas de trabajo diario muy por sobre las 8 horas demandas y conquistadas desde el siglo XIX, sino que permite la división de la jornada, haciendo posible dos turnos de entrada y salida diaria por trabajador. Las 40 horas deben ser asegurar las horas continuas de descanso diario, así como aumentar las horas continuas de ocio y/o familia; no deben marginar tipos de trabajadores, ni mucho menos permitir su implementación gradual.
En términos salariales, nos queda mucho por lo que pelear. Necesitamos salarios que garanticen el mantenimiento de la vida conforme su costo real (su cálculo debe hacerse sobre el costo de los alquileres y la canasta básica de alimentos, no sobre el IPC total).
Como trabajadores debemos pelear con fuerza lo necesario para asegurar que, al término de nuestra vida laboral, las pensiones aseguren no solo nuestra subsistencia, sino nuestro disfrute de la etapa jubilatoria.
Hacemos un llamado a la unidad de todos y todas, a refugiarse y engrandecer las organizaciones sindicales, a levantar partido de clase; a involucrarnos en lo político en todas sus dimensiones y avanzar a un programa de gobernabilidad con la dirección de la clase trabajadora.
¡¡¡LA PATRIA ES LA CLASE TRABAJADORA!!!