por Comité Internacional de Solidaridad y Defensa con Evo Morales
El 18 de marzo, en medio de una acelerada pérdida de poder y legitimidad, el gobierno de Luis Arce convocó a una reunión de los “principales representantes” políticos e institucionales del Estado Plurinacional de Bolivia. El objetivo era crear un escenario de confort para el gobierno arcista, utilizando como distracción una gran bengala de palabras vacías, mientras el pueblo boliviano enfrenta una crisis múltiple, cuya expresión más evidente es la aguda escasez de combustible en todo el territorio nacional.
El resultado de este encuentro, denominado “cumbre” por los medios de comunicación hegemónicos, no fue más que la reafirmación de un principio ya garantizado en la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia: la realización periódica de elecciones, convocadas para el 17 de agosto, y la continuidad del mandato presidencial de Luis Arce. Que la cumbre se limitara a este tipo de acuerdo demuestra, por un lado, la pérdida de base de poder y autoridad del gobierno, y por otro, el carácter superficial del espectáculo montado para distraer al pueblo boliviano de la grave crisis económica que se profundiza día a día. Esta crisis se manifiesta en el desabastecimiento de combustible, la escasez de alimentos, la falta de GLP (gas licuado de petróleo) y dólares, entre otros problemas.
Es relevante destacar que varios de los representantes de las instituciones estatales presentes en el Encuentro carecían de legitimidad, ya que mantienen sus funciones prorrogadas. Este es el caso de los integrantes del Tribunal Constitucional Plurinacional y del Tribunal Supremo de Justicia. Mención aparte merece el director del Órgano Electoral, cuya firma avaló el fraude que privó a los sectores populares de su expresión política formal, el MAS-IPSP. Este hecho constituye un pésimo antecedente para revalidar la autoridad del Estado en un evento de esta naturaleza.
Sin embargo, en este contexto de espectáculo bochornoso, el sector más rancio, violento y reaccionario de la oligarquía decidió distanciarse de sus rivales más moderados. Figuras como Quiroga y Mesa manifestaron su rechazo a participar, evitando así verse arrastrados por los intentos desesperados del equipo oportunista de Arce.
Como un “producto” adicional, esta reunión sirvió para normalizar relaciones y gestar acuerdos entre los actores del bloque de poder dominante. Un ejemplo claro es el acuerdo entre Manfred Reyes Villa y Chi Hyun Chung.
Lo que la prensa generalista y hegemónica no menciona es que, aunque físicamente ausente, Evo Morales Ayma estuvo presente en cada diálogo, acuerdo y discusión, ya fuera público o reservado. Su figura gravitó en el encuentro, generando temor entre los asistentes. El gobierno arcista y sus socios, responsables del desastre económico, social y político que atraviesa Bolivia, son conscientes de que ni las medidas judiciales, ni las administrativas, ni siquiera los atentados contra su vida, lograrán detener el nuevo impulso de la Revolución Democrática y Cultural. Es patético cómo el gobierno y la prensa intentan invisibilizar al representante de la fuerza política más poderosa y organizada, así como a la fuerza social más relevante del país.
Desde el trópico de Cochabamba, en el corazón de Bolivia, se acumulan de manera constante y sin pausa fuerzas políticas y sociales destinadas a barrer con la realidad actual de oportunismo, corrupción, pobreza y crisis económica múltiple.
El verdadero encuentro, popular y representativo, que puede responder a las necesidades de millones de bolivianos, tendrá lugar en los próximos días, específicamente entre el 29 y el 31 de marzo. Este evento busca dotar a una fuerza orgánica, política y social, de una expresión formal y relevante, construyendo una plataforma de lucha con una visión estratégica. Aquí se producirá la verdadera cumbre, no de amigos ni cómplices que intentan salvarse de la tormenta que ellos mismos crearon, sino de la verdadera autoridad: los pueblos de Bolivia, discutiendo la construcción de un futuro de bienestar, justicia y progreso social.