SERGIO GREZ : Razones por las cuales anular el voto o abstenerse en el plebiscito del 7 de mayo

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(Extracto entrevista a Sergio Grez realizada por Izquierda Diario)

El nuevo proceso constituyente es una versión actualizada y radicalizada (en sentido reaccionario) del Acuerdo del 15 de noviembre de 2019, después del triunfo aplastante del Rechazo en el plebiscito del 4 de septiembre de 2022.

Como es sabido, el mentado “Acuerdo por la Paz social y la nueva Constitución” anunciado entre gallos y medianoche por la casta parlamentaria aquel aciago día de noviembre, tuvo como principales objetivos salvar al gobierno de Piñera, desviar la protesta social por el camino más inocuo posible e impedir el ejercicio del poder constituyente por parte de la ciudadanía, asegurando de este modo la perpetuación del modelo socio económico neoliberal y del sistema de democracia tutelada, restringida y de baja intensidad existente desde 1990 en Chile.

Esta astuta maniobra dio los resultados esperados por sus mentores pues redundó en un ostensible debilitamiento de la rebelión popular, que terminó siendo sofocada por completo pocos meses después mediante las medidas coercitivas y de restricción de las libertades más esenciales adoptadas por el gobierno de la época so pretexto de hacer frente a la pandemia de Covid-19.

Luego del plebiscito de salida del anterior proceso constituyente, la casta política parlamentaria, con el activo apoyo de Gabriel Boric y su gobierno, ideó un sofisticado mecanismo que le permitirá tener el control absoluto del nuevo proceso, atropellando brutalmente las bases más esenciales -incluso formales- de la democracia liberal.

Según el “Acuerdo por Chile” firmado el 12 de diciembre de 2022 por casi todos los partidos políticos con representación parlamentaria -desde la Unión Democrática Independiente (UDI), hasta el Partido Comunista- la propuesta de nueva Constitución será redactada por una “comisión de expertos” designada por el Congreso Nacional que ya empezó su trabajo, mucho antes de que se realice el acto formal de elección de “consejeros constitucionales” por la ciudadanía.

De acuerdo con el diseño de la casta parlamentaria, el Consejo Constitucional que se elegirá el próximo 7 de mayo en base a candidaturas propuestas únicamente por los partidos políticos, no redactará la nueva Constitución, limitándose a aceptar o rechazar el texto propuesto por los “expertos” designados por los parlamentarios.

Más aún, para no correr el más mínimo riesgo de desborde de su plan de gobernabilidad sistémica, los parlamentarios agregaron un “Comité técnico de admisibilidad”, designado también por ellos mismos, encargado de revisar las normas que se presenten en la Comisión de expertos o que se discutan en el Consejo Constitucional, a fin de decidir si son o no admisibles.

El “Acuerdo por Chile” incluyó “las bases constitucionales fundamentales”, grandes principios que deben incluirse en la nueva Constitución, que no pueden ser alterados por la Comisión de expertos ni por el Consejo Constitucional.

Cierran este diseño antidemocrático, un complejo entramado de quórum destinados a impedir cualquier veleidad transformadora y un reducidísimo y perentorio plazo de seis meses para redactar el nuevo texto constitucional.

Como bien han señalado numerosas personas y organizaciones, este es un procedimiento profundamente antidemocrático, que niega el derecho de libre determinación contra el cual los demócratas consecuentes tienen el derecho y el deber de levantarse para deslegitimarlo.

Una fórmula posible es el voto nulo, otra es la abstención, aunque cabe señalar que esta es más azarosa pues muchas personas no querrán correr el riesgo de verse obligadas a pagar una fuerte multa, ya que la casta política, en su afán por aparentar participación ciudadana, estableció que el voto será obligatorio.

Por ello, me parece que el llamado debe incluir ambas opciones: quienes prefieran y estén en condiciones de abstenerse, que lo hagan; quienes estimen que es mejor anular, que anulen.

Lo importante es expresar un repudio masivo a esta mascarada a través de acciones que estén al alcance de numerosas personas, no solo de minorías politizadas y radicalizadas.

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