No es posible huir… por Arévalo Méndez

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por Arévalo Méndez (Ex Embajador de Venezuela en Chile)

Sucede que en el hemisferio occidental prevalece -nada nuevo- una desfachatada conducta entreguista a favor del establecimiento del Cuarto Reich por parte de los gobernantes y estructuras políticas occidentales, conducta apoyada sin idea de cambio ni vergüenza alguna por los consorcios mediáticos.

Para un análisis profundo de este peligroso asunto de orden e interés mundial es necesario tomar en cuenta las coincidencias entre la avanzada trumpista y los hechos que condujeron a la Segunda Guerra Mundial.

La actual crisis que avizora muerte y destrucción tiene como fundamento los mismos preceptos y consideraciones erradas, arteras y pergeñadas a partir de las intenciones de líderes políticos de poderosas naciones, ayer Alemania/Hitler, hoy EEUU/Trump.

Ya en la primera gran guerra el modelo entreguista se hizo presente. La irresponsabilidad de los gobernantes “independientes y neutrales” pretendiendo quedar fuera de los funestos efectos de los conflictos bélicos condujeron a la ruina moral y material de los pueblos. Los resultados son tan conocidos como sufridos por los pueblos que en sus gobernantes confiaron, y confían.

Ayer Hitler generó la segunda hecatombe, hoy Trump lo emula. Ambos dan rienda suelta a su demencial codicia hegemónica, sentándose sobre los preceptos del “espacio vital” de Ratzel.

Se aprecian ligeros matices que diferencian a Hitler y a Trump. Es que este último revela su visión y sus planes abiertamente en el corolario Trump agregado a la doctrina Monroe.

Y lo declara sin ambages porque a diferencia de Hitler, Trump explota la gran falencia de la que adolecen hoy Europa y Latinoamérica, continentes medulares que conforman el occidente geográfico. El occidente amplio incluye los factores judeo/cristiano que amplía enormemente el espacio marcado por la codicia usamericana que presagia un tercer gran conflicto.

EEUU parte con relativas fortalezas en la contienda pre bélica del conflicto. Con aviesa arquitectura geopolítica pretende aniquilar a oponentes como China, Rusia, Irán, Venezuela y Cuba, naciones a las que ha designado como enemigas por no someterse “por las buenas”.

En Latinoamérica prácticamente no ha tenido necesidad de buscar confrontaciones abiertas, salvo Venezuela, Cuba, Honduras y Nicaragua.

El grueso de gobernantes han decantado por apoyo declarado y obsecuencia sin límites a las exigencias usamericanas. Tales son los casos de Argentina, Perú, El Salvador, Paraguay, Uruguay, Guatemala, República Dominicana, Panamá y Ecuador.

Otros gobernantes se han decidido mas por la confrontación discursiva que por hechos concretos como lo son Brasil, pretendiendo no desenganchar a amplios sectores industriales dependientes de la tecnología usamericana pero olvidando que la Amazonía y yacimientos petroleros costa afuera están contenidos en el paquete reclamado por Trump.

También Colombia cuyo presidente se muestra retóricamente enfrentado al desopilante presidente norteño pero las siete bases -a falta de una- aún continúan inamovibles en territorio colombiano.

México es tal vez el más amenazado en términos reales. Siempre lo ha sido. Si bien la flota usamericana apunta a Venezuela, lo cierto es que el Ejército norteño no necesita hacer presencia en la frontera sureña. La maquinaria de guerra está allí presta y dispuesta a repetir el infame despojo territorial.

El sistema político chileno está claro en su visión extremo neoliberal. Comercio con todo el mundo, tratados que entierran la posibilidad de desarrollo industrial; armamento, banca y finanzas anclados a EEUU. Aplican el precepto de la ambigüedad estratégica. Ya EEUU, sin disparar una bala hegemoniza el triángulo del Litio.

Una ONU destartalada que se rinde ante el nuevo orden del “mundo basado en reglas” y no en el derecho internacional establecido en los instrumentos fundacionales da un paso al lado en el choque que hoy luce inevitable en razón de que Rusia, China, Irán, Corea del Norte, Venezuela, Cuba, Nicaragua y las repúblicas anticolonialistas africanas han decidido resistir.

Las estructuras políticas del conservadurismo neoliberal asentado en las ideologías de derecha extrema y derecha enmascarada (socialdemocracia) creen a ciegas que entregando a Venezuela se salvarán de la furia trumpista.

En este continente, país que detente un gramo de oro, níquel, litio, y sobre todo, gas y petróleo, tendrá tarde o temprano que tomar partido, resistir o entregarse. No hay terceras opciones ni recovecos que faciliten la evasión o la huida.

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