La última vergüenza del régimen Nazi y los niños enviados a morir por el Reich

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Por Félix Madariaga

Han pasado 80 años desde que el pueblo soviético se alzó con coraje frente a la invasión nazi en lo que se conocería como la Gran Guerra Patria. Fue una lucha existencial, una guerra donde se enfrentaron dos visiones del mundo: la civilización y la barbarie. En este marco de conmemoración, no solo recordamos el heroísmo del Ejército Rojo y de millones de hombres y mujeres soviéticos, sino también una de las caras más siniestras del nazismo alemán: la utilización de niños, niñas y adolescentes como carne de cañón en la última fase de la guerra.

El crepúsculo del Reich y el sacrificio de la juventud

En los primeros meses de 1945, cuando Berlín estaba cercada y la derrota era inevitable, Hitler ordenó una movilización desesperada: los niños de las Juventudes Hitlerianas debían tomar las armas. Muchos no superaban los 13 o 14 años, habían sido aleccionados desde pequeños bajo una doctrina de odio, supremacía racial y fanatismo, moldeados para obedecer y morir por su Führer.

No fue un hecho aislado. Se calcula que más de 200.000 menores fueron movilizados por el Tercer Reich en los últimos meses de la guerra. Niños que deberían haber estado estudiando, jugando o soñando, fueron enviados al frente con lanzacohetes, rifles antitanques y granadas. Muchos fueron obligados a luchar hasta el último aliento en las calles y plazas de Berlín, muchos de ellos, confundidos y aterrados, fueron fusilados por sus propios oficiales al intentar escapar.

Un ejército de liberación frente a una infancia manipulada

El avance del Ejército Rojo encontró no solo resistencia armada, sino escenas de horror y tragedia humana. En ciudades como Danzig, Königsberg o Berlín, los soldados soviéticos se toparon con niños soldados alemanes defendiendo escombros, a menudo creyendo que peleaban contra un enemigo monstruoso.

Contrario a lo que difundía el aparato nazi, la URSS no aplicó represalias indiscriminadas contra estos menores. En muchos casos, los soldados soviéticos comprendieron que se trataba de niños manipulados por una ideología criminal. Muchos de ellos fueron capturados, desarmados y, tras procesos de interrogación, enviados a centros de detención donde se les intentó reeducar. Con el paso del tiempo, la mayoría fue liberada.

Ideología, infancia y crimen

El uso de menores en la guerra, aún en situaciones desesperadas, constituye una de las formas más atroces de criminalidad. El régimen nazi, al final de sus días, se sostuvo con los cuerpos de sus hijos, literalmente. Los había corrompido con un discurso de grandeza racial, de odio étnico, de obediencia ciega y entrega fanática. Los había exaltado con condecoraciones, medallas y saludos del mismísimo Hitler. Luego, los envió al matadero.

En contraste, la URSS y sus aliados jamás recurrieron masivamente al uso de menores como soldados. El pueblo soviético defendió su tierra con la fuerza de su convicción, con la organización de sus trabajadores, campesinos, soldados y mujeres. El nazismo, en cambio, se derrumbó dejando tras de sí una generación rota, marcada por la culpa, el miedo y el trauma.

Una lección para el presente

A 80 años de la Gran Guerra Patria, cuando aún en el mundo se utiliza a niños como combatientes —ya sea por grupos armados, gobiernos o potencias que promueven guerras interminables— esta historia debe ser recordada.

Debemos preguntarnos: ¿Qué clase de civilización puede considerar aceptable poner una pistola en las manos de un niño? ¿Qué valor tiene una idea que se sostiene sobre la inocencia destruida?

La historia de esos niños soldados del Reich es un recordatorio del peligro de la ideología nazista, que, sin ninguna vergüenza, moldeo la infancia para sus propios fines, también es un llamado a la reflexión sobre el modo en que la guerra arrastra a los más jóvenes a escenarios de muerte y deshumanización.

Hoy, cuando en distintos lugares del mundo aún se usan niños en conflictos armados —desde África hasta Medio Oriente—, este episodio del pasado alemán adquiere un eco perturbador. La historia no se repite, pero a veces rima. Y es deber de los pueblos impedir que se vuelva a escribir con la sangre de los inocentes.

Hoy, más que nunca, debemos honrar no solo a quienes vencieron al fascismo, sino también a quienes fueron víctimas de él desde adentro: esos niños, convertidos en soldados, usados y abandonados por el régimen que los formó. Recordar la Gran Guerra Patria no es solo recordar la victoria: es recordar lo que se enfrentó y lo que jamás debe repetirse.

Fuentes:

https://encyclopedia.ushmm.org/content/es/article/hitler-youth-2

https://es.quora.com/Qu%C3%A9-se-hizo-con-los-ni%C3%B1os-de-las-juventudes-hitlerianas-que-fueron-hechos-prisioneros-en-la-batalla-de-Berl%C3%ADn

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