por Jorge Gálvez (Coordinador Nacional de Mov. Soberanistas de Chile)
El pasado fin de semana quedó en evidencia el debilitamiento de la ultraderecha venezolana encabezada por María Corina Machado, tras el rotundo fracaso de una manifestación convocada en el municipio Chacao, Caracas, con el objetivo de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro. A pesar de los esfuerzos mediáticos y el apoyo de sectores internacionales, el evento fue un fiasco, con una escasa participación ciudadana que contrastó con las expectativas creadas por sus organizadores.
Ante esta evidente derrota, Machado recurrió a una estrategia desesperada: difundir un falso secuestro para desviar la atención mediática. La noticia, rápidamente desmentida, fue promovida por las Embajadas de Estados Unidos y Argentina en Venezuela, pero no logró ocultar el fracaso de la convocatoria. Las calles vacías y la desilusión entre sus seguidores reflejaron el desgaste de un movimiento que, tras su derrota electoral y la violencia fascista promovida en los últimos meses, ha perdido apoyo popular.
La población venezolana, que en su mayoría apuesta por la paz y la estabilidad, ha rechazado de manera clara las acciones de la ultraderecha y de figuras como María Corina Machado y Edmundo González. Este último, quien brilló por su ausencia en la convocatoria, fue otro elemento que evidenció la falta de cohesión en la estrategia opositora. Las imágenes de calles desiertas en un evento anunciado como “masivo” se volvieron virales, reflejando el escaso impacto de su mensaje.
La caída del “fenómeno” María Corina Machado no es fortuita. Su postura violenta y su alianza con intereses extranjeros han generado un rechazo generalizado en un país que, pese a las dificultades, busca soluciones soberanas y democráticas. Su narrativa, lejos de ganar adeptos, ha provocado el aislamiento de la ultraderecha, que hoy se encuentra fragmentada y carente de liderazgo.
El declive de María Corina Machado no se limita a territorio venezolano. En Cúcuta, Colombia, una convocatoria liderada por el narco expresidente Álvaro Uribe en apoyo a Machado terminó siendo otro rotundo fracaso. A pesar de los intentos por movilizar a simpatizantes, el evento no logró reunir a un número significativo de asistentes, confirmando que el apoyo internacional a la dirigente derechista también se encuentra en declive.
El fin de una era para la ultraderecha venezolana
El panorama actual marca el final del camino para figuras como María Corina Machado, que han basado su estrategia política en la confrontación y el intervencionismo. La ciudadanía venezolana ha dejado claro su rechazo a las agendas desestabilizadoras y su compromiso con la paz, lo que debilita cada vez más a un sector que no logra conectar con las aspiraciones del pueblo.
Mientras tanto, el gobierno de Nicolás Maduro sigue consolidándose como un actor clave en la estabilidad del país, demostrando que la paz y el diálogo son las verdaderas demandas de la mayoría del pueblo venezolano. La ultraderecha, en cambio, enfrenta su propio laberinto, en un contexto donde el pueblo exige soluciones concretas, no manipulaciones mediáticas ni violencia.
La derrota de María Corina Machado en el contexto de la nueva geopolítica mundial
La derrota de María Corina Machado y la ultraderecha venezolana no puede analizarse únicamente desde una perspectiva nacional. Este fracaso debe entenderse como parte de un cambio histórico más amplio en las relaciones internacionales: el surgimiento de un mundo multipolar y el declive del orden unipolar liderado por Estados Unidos y sus aliados en Europa.
Durante décadas, el imperialismo norteamericano y sus instrumentos geopolíticos, como la OTAN, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y las redes de influencia global, impusieron un modelo de dominación basado en sanciones, intervenciones militares y guerras mediáticas. Sin embargo, este modelo enfrenta hoy una crisis estructural. El avance de nuevas potencias emergentes como China, Rusia, India, Irán, junto con el fortalecimiento de alianzas económicas y políticas como los BRICS, ha reconfigurado la correlación de fuerzas en el escenario internacional.
En el caso de Venezuela, el intento de la ultraderecha de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro contó con el apoyo abierto de actores internacionales como Estados Unidos, la Unión Europea y gobiernos satélites. Sin embargo, este respaldo, que en otras épocas habría sido decisivo, resultó insuficiente. Las sanciones económicas, las campañas de desinformación, mercenarios terroristas y el financiamiento de redes sociales globalistas fueron incapaces de torcer la voluntad del pueblo venezolano y su decisión de defender su soberanía.
El fracaso de Machado refleja la incapacidad de las antiguas potencias occidentales para imponer su agenda en un mundo que ha cambiado drásticamente. La influencia de Estados Unidos se encuentra en un claro declive, marcada por conflictos internos, fracasos en política exterior y la pérdida de su hegemonía económica. Por su parte, la Unión Europea atraviesa una crisis política y social que ha debilitado su capacidad de intervenir en los asuntos de América Latina.
La fortaleza del Chavismo frente al nuevo orden mundial
Frente a esta nueva realidad global, Venezuela ha demostrado una capacidad de resistencia admirable. La cohesión de las fuerzas chavistas, la política económica y social del gobierno de Nicolás Maduro y el respaldo de potencias emergentes han sido determinantes en la derrota de los planes desestabilizadores de la ultraderecha.
El chavismo ha sabido adaptarse a las transformaciones del sistema internacional, fortaleciendo alianzas estratégicas con países que promueven un modelo de cooperación basado en el respeto a la soberanía y el desarrollo mutuo. Organismos como los BRICS y otras iniciativas regionales han sido fundamentales para contrarrestar las sanciones y construir alternativas económicas frente al cerco imperialista.
El triunfo de las fuerzas chavistas no solo es un logro nacional, sino un reflejo de las transformaciones globales que están redefiniendo el futuro de las relaciones internacionales. En este marco Venezuela incluso a sido capaz de tomar la iniciativa en promover políticas y experiencias de carácter internacional, como es la Internacional Antifascista, que se ha instalado en la mayoría de los países con sus respetivos capítulos nacionales. Un hecho también de suma importancia son las últimas declaraciones del presidente Nicolas Maduro, tras juramentarse como presidente de Venezuela, donde declaró “que su país se prepara junto a Cuba y Nicaragua para “tomar las armas” si fuera necesario”. Esta afirmación se produce el mismo día en que el exmandatario colombiano Álvaro Uribe solicitó una “intervención internacional”. El fortalecimiento de estas fuerzas serán decisivas en la luchas que vienen en América Latina y el Mundo.
La derrota de María Corina Machado no es solo el fracaso de un proyecto político, sino la confirmación de que el mundo multipolar ha llegado para quedarse.