Izquierda Eco-Pop: un llamado a no cometer los errores de siempre

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por Daniel del Bosque Suárez

Hoy se lanzó públicamente el pacto electoral de los sectores políticos a la izquierda del oficialismo: Izquierda Ecologista Popular. El bloque tendrá como columna vertebral los esfuerzos organizativos que se han desplegado por la dupla Partido IgualdadPartido Humanista, además del más nuevo Partido Popular. Este pacto electoral, en función de las elecciones de octubre próximo, permitirá articular los esfuerzos de un abanico amplio de organizaciones políticas y sociales, que incluye colectivos de cultura mirista y mapucista, el Partido Comunista Chileno-Acción Proletaria (PC-AP), el Partido del Trabajo, el Movimiento Democrático Popular, el Movimiento Socialista Allendista, el movimiento POBLAR, Chile SIGUE en Contra, las Feministas Poderosas, entre otros. No es poco en estos tiempos. La cobertura de inscripción de militantes, realizada de manera colaborativa, permitirá (potencialmente) llevar candidaturas de nivel municipal y regional, en todas las regiones desde la metropolitana hacia el norte, incluyendo la región de Valparaíso y la del Biobío.

La conformación de un bloque político a la izquierda de la coalición de gobierno, es una necesidad imperiosa y urgente para el despliegue de un proyecto popular que recomponga una vocación de mayorías, y especialmente para levantar una alternativa de izquierda en las elecciones parlamentarias y presidenciales del próximo año 2025. El camino seguido por la coalición formada por el Frente Amplio (ahora constituido como partido único) y el Partido Comunista, primero estableciendo una alianza en que cada vez gana mayor poder el antiguo bloque PPD-PS, y luego traicionando de punta a cabo su programa de gobierno, coloca a Boric y sus obsecuentes partidarios, en un lugar político que bajo ningún parámetro se puede considerar de izquierda. No hace falta listar los hechos, solo basta mirar su programa original y, comparar sus acciones con las que ellos mismos criticaron, de la ex Concertación, de Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet.

Pero la necesidad de conformar este bloque político a la izquierda del oficialismo también tiene que ver con la crisis que atraviesa el Partido Comunista de Chile (PC). En una incómoda mezcla, de consecuencia con su tradición de “lealtad republicana” y de un desenfadado oportunismo por mantenerse en cargos gubernamentales de alto nivel, especialmente ministerial, el PC ha debido soportar uno y otro renuncio a los compromisos por parte de la coalición y especialmente de Boric. Para que decir, la incomodidad del Partido “profundo” y de su dirigencia histórica, con la actitud francamente hostil que Boric ha expresado hacia líderes y países que representan el proyecto socialista en la actualidad. Y a la vez, la actitud servil ante el gobierno imperial norteamericano y la OTAN, y una fijación por respaldar a la alianza neonazi liderada por Zelensky en Ucrania. Esta situación, indudablemente no puede dejar indiferente a los viejos militantes comunistas, de raigambre proletaria, que sin duda estarán disponibles para levantarse y retomar con fuerza el proyecto socialista.

Definitivamente, Boric, su gobierno y su coalición, que cada vez más se articula en torno al eje Frente Amplio-Partido Socialista, nada tiene que ver con los ideales y las prácticas políticas de la izquierda histórica. No tiene ni voluntad ni interés en cambiar el eje de sus políticas porque hace tiempo ya, trabajan con el discurso “izquierdista” identitario, para mantenerse en el poder en su propio beneficio. Su vocación es hacer un gobierno para las minorías que no ponga en cuestión ni la explotación ni la desigualdad social.

En este escenario, el desafío de la izquierda, de la verdadera izquierda histórica, popular y clasista, es cambiar las prácticas políticas con compromisos y hechos concretos, que la población pueda entender de manera simple y que pueda también verificar su cumplimiento y cobrar sus cuentas si ello no ocurre. Un error imperdonable, que no puede cometer el pacto de la Izquierda –ecologista popular-, es transformarse en un pacto “electoralista” de la izquierda “eco-pop”.

Un pacto político de izquierda, por electoral que sea, debe tener presente que es una pieza más dentro de un gran rompecabezas que es la estrategia de acumulación de fuerzas sociales. El momento electoral no puede subordinar los procesos de organización y de lucha social por la búsqueda del poder. Esto permite salir de la lógica puramente “electoralista” y construir una alianza más sólida y de carácter estratégico.

Una alianza electoral, en tal sentido, que se define de izquierda, debe volcar sus esfuerzos a representar a los sectores populares y especialmente a las amplias masas trabajadoras, incluso no solo al proletariado clásico, sino a los trabajadores modernos en sus diversas expresiones. Lo que no puede hacer tal alianza de izquierda es transformarse en una sumatoria identitaria de consignas y conceptos que son “pasto tierno” para el oportunismo y para emprendimientos que resultan rentables para sus emprendedores, pero jamás para el proyecto popular de masas. De allí que un ejercicio básico del pacto será preguntarse que se entiende desde la izquierda por “ecologismo” y que se entiende por “popular”. Lo que no debe pasar es que un pacto de Izquierda termine siendo una suma de ecologistas, verdes y ambientalistas que desprecian un proyecto clasista, o que lo popular sea una suerte de reivindicación de cultura “pop”, y que en ambos casos siguen respondiendo a la lógica identitaria que inspira al Frente Amplio. Nada más ajeno a ello es lo que uno espera.

Para que ello no ocurra y para que el proyecto de Izquierda, popular, ecosocialista y feminista-clasista pueda avanzar, proponemos romper con la inercia del “electoralismo”, instalando en el pacto político electoral algunos diques de contención y a la vez elementos políticamente diferenciadores respecto de la clase política que el pueblo desprecia crecientemente:

  • Establecer un compromiso programático, que tenga expresión municipal y regional, según corresponda, en materias como gestión, salud, educación, desarrollo comunitario, infraestructura, que caracterice y distinga a los candidatos de este sector, respecto del oficialismo (y la derecha). Mas allá de las particularidades de cada comuna y región, es necesario levantar un proyecto común que sea suscrito e impulsado por aquellos compañeros y compañeras que resulten electos.
  • Compromiso profundo con la democracia y la participación social, que se expresa en formas concretas y efectivas de control de la gestión por parte de la comunidad organizada, donde el presupuesto municipal y regional sean materias de decisión popular (hasta donde la ley lo permita, y más allá).
  • Hacer realidad la vocación igualitaria y popular, alejando de este sector a operadores políticos y emprendedores de la política (PYMES políticas). Para lo cual se debe plantear, hasta donde la ley lo permita ( y más allá), que las remuneraciones obtenidas por cargos de elección popular de concejales, alcaldes, consejeros regionales y gobernadores regionales, serán puestas a disposición del pacto, y que será el mismo pacto, mediante los órganos colectivos y participativos que este se dé, quien establecerá una tabla justa de remuneración, más apegada a la realidad popular, y más igualitaria, respetando el diferencial de responsabilidades y niveles de administración del Estado.

Si el pacto logra asumir e implementar con cada candidato un compromiso explícito sobre estos tres aspectos, se marcará una diferencia clara e irremontable para otros sectores que jamás podrán poner este tipo de condiciones a su interna, ya que iría justamente en contra de lo que ellos tienen como motivación para participar en política.

Confiamos en que el pacto de IZQUIERDA (ecosocialista, feminista, popular y clasista) sabrá resolver estos debates y triunfará en octubre, como adelanto a la alternativa política que DEBEMOS LEVANTAR en 2025.

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