(360Noticias) Miguel Ángel Toledo apareció sin vida en su domicilio en la población 5 de octubre de Victoria, la mañana de este jueves 20 de noviembre. Y, por ahora, hay más sombras que certezas en su fallecimiento, no existe una versión oficial sobre la causa de muerte. La ausencia de información oficial solo ha alimentado las sospechas.
Toledo, hoy empresario del rubro maderero, se había transformado en un personaje incómodo para distintos sectores de poder. Sus denuncias involucraban a funcionarios policiales en presuntos delitos ligados al tráfico de madera, irregularidades administrativas y, especialmente, eventuales montajes destinados a encubrir responsabilidades institucionales. El ex capitán había afirmado en más de una ocasión que su vida corría riesgo, señalando directamente a sectores dentro de Carabineros, operadores del negocio forestal y grupos criminales que se beneficiarían de su silencio.
Su muerte, entonces, cae en un terreno minado: un entramado donde confluyen intereses económicos millonarios, disputas territoriales y tensiones internas dentro de la policía uniformada.
El ex capitán había acusado públicamente a distintos actores de beneficiarse de su caída. Entre ellos, altos mandos policiales que habrían estado vinculados a prácticas irregulares, redes asociadas al robo de madera y operadores del negocio forestal que lo consideraban una amenaza para sus intereses. Toledo no escondía que tenía enemigos, y su disposición a seguir entregando antecedentes generaba creciente incomodidad.
La noticia de su muerte llegó, entonces, en un momento especialmente sensible: mientras avanzaban investigaciones judiciales, se reactivaban denuncias y surgían nuevos testimonios sobre la corrupción en torno al negocio forestal en la macrozona sur.











