El asalto a un cuartel militar que en 1953 cambió los destinos de Cuba

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Miguel Fernández Martínez

La Habana, 27 jul (Sputnik).- Pasaron 68 años de aquella madrugada del 26 de julio de 1953, cuando un puñado de jóvenes cubanos liderados por el abogado Fidel Castro (1926-2016), se lanzaron a tiros contra el cuartel Moncada, la segunda fortaleza militar de la isla, con el sueño de cambiar los destinos de Cuba.

Detrás de aquella acción militar emprendida por luchadores inexpertos contra una despótica dictadura implantada desde 1952, después del golpe de Estado del general Fulgencio Batista (1952-1958), había un programa concebido que incluía seis temas neurálgicos en la sociedad cubana como la educación, la propiedad de la tierra, la industrialización, la vivienda, el desempleo y la salud.

Fidel Castro tenía muy claro qué había que cambiar en el entramado social cubano, 51 años después de una independencia que dependía enteramente de Washington, a través de su procónsul en La Habana, la verdadera autoridad política en la isla durante la primera mitad del siglo XX.

“Yo viví el capitalismo en Cuba, tenía 16 años cuando Fidel atacó el Moncada, y sé muy bien lo que es pasar hambre y miseria, que nos lanzaran a la guardarraya después de quemarnos el bohío (casa rústica) porque el dueño de la tierra no nos quería, de ver como se murieron tres de mis seis hermanos por no tener medicinas ni hospitales a donde ir”, comentó a Sputnik un anciano que se identificó como Heriberto Zaldívar, de 84 años.

“Sentí y viví la discriminación por negro y por guajiro (campesino), cuando triunfó la Revolución tenía 22 años y era analfabeto, pero gracias a Dios y a Fidel mis hijos hoy todos son graduados universitarios y yo vivo mi vejez tranquilo, con necesidades, pero con dignidad, y eso se lo agradezco a esta Revolución”, enfatizó Zaldívar.

LA CUBA ANTES DE LA REVOLUCIÓN

Aunque muchos pretenden mostrar a Cuba como una “bonanza” económica antes de la Revolución triunfante en 1959, e iniciada el 26 de julio de 1953, las cifras y estadísticas muestran lo contrario.

Según datos consultados en la enciclopedia digital cubana Ecured, la vida en los campos cubanos era insostenible por los altos índices de pobreza, la explotación de los terratenientes y las condiciones infrahumanas en que vivían.

La inmensa mayoría de los campesinos cubanos no disponían como promedio, de 25 centavos diarios para comer, vestir y calzar, el 60 por ciento de ellos vivía en bohíos de techo de guano y de piso de tierra, sin servicios ni letrina sanitaria, ni agua corriente, el 85% de esas covachas —rezagos de la vivienda aborigen precolombina— solamente tenían una o dos piezas en las que debía hacinarse toda la familia para dormir, el 85 por ciento carecía de servicio de agua corriente, y el 44 por ciento no asistió, no pudo asistir jamás, a una escuela.

A eso se unían los altos índices de enfermedades, la desnutrición, la insalubridad y el parasitismo.

Los servicios médicos se concentraban en las ciudades, incluidos hospitales, lo que elevaba la mortalidad infantil a unos 60 fallecidos por cada mil nacidos vivos, y la esperanza de vida apenas llegaba a los 58 años.

El número de desempleados total o parcialmente (los que trabajaban menos de 40 horas semanales) en el período de máxima actividad económica -mayo de 1956 a abril 1957- ascendía a 584.000 personas, o sea, algo más del 25 por ciento de la población apta.

El mercado cubano estaba monopolizado por las mercancías norteamericanas, lo que incrementó la dependencia de Cuba y contribuyó a que la crisis de la economía se transformara en una crisis permanente e insoluble dentro de la mecánica del mundo capitalista.

A esto se unió la explotación foránea de las riquezas naturales cubanas, el saqueo de los fondos públicos, la dilapidación de las reservas nacionales por políticos corruptos.

Por otro parte, la mayoría de la población era analfabeta total o funcional, menos del 10 por ciento de los adolescentes y adultos alcanzaban el sexto grado, existían más de 10.000 aulas sin maestros, miles de éstos desempleados, y la educación superior era un sueño para pocos.

Este escenario social provocó que un grupo de jóvenes liderados por Fidel Castro, e identificados como la “Generación del Centenario”, por coincidir con el 100 aniversario del natalicio del Héroe Nacional cubano José Martí (1853-1895), se lanzaran el 26 de julio de 1953 al ataque de dos cuarteles militares en la provincia de Santiago de Cuba (este), marcando el inicio de una lucha insurreccional que concluyó con la caída de la dictadura de Batista en enero de 1959.

DESPUÉS DEL TRIUNFO

La campaña de alfabetización, la nacionalización de las principales industrias, hasta ese momento en manos del capital estadounidense; la reforma agraria que puso la tierra en manos de los campesinos que la trabajaban, la reforma urbana, la creación de un nuevo sistema de salud pública que llegara todos los rincones del país, la educación gratuita en todos los niveles, fueron algunos de los temas emprendidos a partir del 1 de enero de 1959.

Cuba se despojó de la dependencia a EEUU, lo que provocó, desde fecha tan temprana como 1962, que Washington declarara un bloqueo económico, comercial y financiero, destinado a torpedear esos logros sociales, impedir que la Revolución cubana lograra sus propósitos, y provocar, a través de la desilusión y el hambre, que el pueblo no apoyara al Gobierno, políticas que, 62 años después se mantienen intactas. 

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