por Jorge Gálvez
El Departamento de Elecciones de Miami-Dade rechazó recientemente una solicitud de la campaña de Alex Otaola, candidato perdedor a la alcaldía, para un recuento de votos tras su derrota frente a Daniella Levine Cava. Otaola, alegó fraude y cuestionó la victoria de Levine Cava. Sin embargo, a pesar de sus afirmaciones, las autoridades electorales de Miami-Dade, señalaron que la ley solo permite un recuento cuando la diferencia es menor a medio punto porcentual.
Este manejo del proceso electoral en Miami contrasta notablemente con la reacción internacional ante las elecciones presidenciales en Venezuela, donde numerosos países han exigido un nuevo recuento de actas tras acusaciones de fraude. A pesar de la sólida victoria de Nicolás Maduro en Venezuela, la presión externa ha sido inmensa, con un escrutinio exhaustivo que busca cuestionar la legitimidad de los resultados.
Por otro lado, las denuncias de Otaola en Miami han sido ignoradas por la comunidad estadounidense e internacional, lo que subraya una disparidad en cómo se perciben y abordan las elecciones según el contexto geopolítico. Mientras que las elecciones venezolanas se someten a un constante escrutinio y demandas de recuento, las autoridades de Miami han cerrado la puerta a cualquier cuestionamiento, destacando la confianza en su proceso electoral a pesar de las quejas del candidato.
Esta situación evidencia un doble rasero en la respuesta a denuncias electorales, donde las preocupaciones sobre la integridad del voto parecen depender más del lugar y los actores involucrados que de los méritos de las acusaciones mismas.