Chile:  el cartel de las ISAPRES

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Hugo Farias Moya

Según seas rico o pobre serás culpable o inocente (anónimo)

Toda gran fortuna está hecha en base al delito y el crimen (Honore de Balzac)

Aquí estamos presos los que robamos poco (letrero en una cárcel de Chile)

Todas estas expresiones bien pueden graficar lo que ocurre con el cartel de las instituciones de salud privadas de Chile, llámese ISAPRES. Un gran negocio que hacen los empresarios criollos a costa de la salud de los chilenos. Unas instituciones que su fin último es el lucro, o sea la ganancia, por sobre el bienestar físico y mental de los chilenos. Un modelo de negocios que nació en la dictadura cívico militar de Pinochet, en este paraíso neoliberal y que se ha mantenido por estos largos 30 años de transición, post dictadura.

El experimento neoliberal de estos años de seudo democracia trajeron varios tipos de negocios, tanto o más aberrantes que lucrar con la salud de los chilenos, sino que igual o más perversos que estas tristemente célebres ISAPRES. Se ha negociado con las necesidades básicas de los habitantes de esta larga y angosta faja de tierra, como el acceso al agua, a nuestros recursos pesqueros, a la instrucción, al conocimiento. Todo esto pasó a manos privadas y lo asumimos como algo cotidiano, sin reclamar, sin levantar polvo.

Es largo el historial de abusos y delitos de esta “industria” de la salud privada. Solamente les interesaba incorporar a la gente sana y joven, que ojalá no se enfermara nunca, porque eso significaba subir el factor de “riesgo” como pomposamente la llamaban al pecado de enfermarse. A las mujeres se les cobraba mucho más que los hombres, porque tenían el pecado de tener hijos. Antes de firmar el “contrato” con estas aseguradoras a las mujeres se les obligaba a renunciar a su maternidad, o por lo mínimo no embarazarse por algunos años y así hacer que la “industria” funcione.

Cuando una persona se enfermaba mucho, ya no era viable para estos “clientes” seguir cotizando en estas ISAPRES. Esta opción significaba para el usuario un costo altísimo y debía cambiarse al sistema de salud estatal. O también derechamente convertirse en un indigente o incorporarse a FONASA para cumplir sus necesidades de salud. Es decir, lo que no podía cubrir esta “eficiente industria” lo debía suplir el estado.

Entonces cuando un afiliado ya había llenado las arcas de estas entidades privadas con su cotización obligatoria, en su vida sana o tiempo de no enfermedad, el cotizante debía marchar al sector de la salud pública.

Cuando hacían firmar el contrato de salud, le preguntaban al nuevo cliente, ¿cuáles eran sus preexistencias? Entonces estas enfermedades de base no eran cubiertas por estas empresas y debían cancelar en una clínica en forma independiente. Flor de negocio.

Estas instituciones de salud durante muchos años han estado cobrando excesos de pago en forma ilegal. En buen chileno, le han estado robando dinero al bolsillo de millones de cotizantes, pero la derecha, como siempre defensora de estos delitos, los llama: cobros indebidos o apropiación indebida. Vaya eufemismo que denominan a este asalto a la fe pública o al robo descarado.

Ahora la Corte Suprema en un fallo inédito, han obligado a estas Aseguradoras que devuelvan a los cotizantes lo robado durante años. Sin embargo, en el colmo de la frescura, de la desfachatez, de la sinvergüenzura, de la falta de respeto a todo un país; han declarado que no tienen dinero para pagar. Que es el fin del sistema, que viene el apocalipsis, que esto es estatismo; y una serie de epítetos para amedrentar a la gente incauta. En definitiva quieren que el gobierno les salve el culo y como siempre: las ganancias se privatizan y las pérdidas se socializan.

Ahora veremos que tan rastreros son nuestros políticos y como defienden a este cartel mafioso.    

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