Hegel sostuvo que los grandes personajes históricos y los hechos que los rodeaban se repetían en el tiempo. Karl Marx agregó en el prólogo de El 18 Brumario de Luis Bonaparte que se repetían dos veces, una vez como tragedia y otra como sainete, dicen las malas traducciones del alemán. Aunque las menos conocidas, pero más rigurosas, son las que dicen “miserable farsa”.
Si miramos en la historia republicana de Chile la tesis de Hegel-Marx se cumple a la perfección con Balmaceda, Allende y Boric.
El hilo conductor que permite entender y explicar el drama, la tragedia y la miserable farsa es la relación de estos gobiernos con las riquezas minerales, que son el fundamento de toda la actividad económica de Chile.
A Balmaceda lo derrocaron los ingleses mediante una guerra civil que le costó la vida y a Chile le fue escamoteado el salitre, cuyos derechos le habían hecho valer en la guerra del pacífico.
Allende fue derrocado y asesinado por los norteamericanos por haber nacionalizado el cobre.
Boric fue a ofrecer más de 30 yacimientos de cobre a los canadienses, y el litio se los regaló a Ponce Lerou, yerno de Pinochet, y a su descendencia, que los hace multimillonarios por generaciones. Si Pinochet hubiera visto el futuro, se habría percatado que no necesitaba robarse el erario nacional, pues el futuro de sus descendientes se lo aseguraría de manera más contundente don Gabriel Boric Font. Al director de orquesta de “la miserable farsa” ningún imperio, empresario, cadena de noticias u oligarquía nativa le hizo pasar la menor incomodidad.
Balmaceda
Don José Manuel, que fue un abogado de la Universidad de Chile, llegó al gobierno como continuidad de Aníbal Pinto y Domingo Santa María. Asumió el gobierno en 1886 y cumplió con su mandato hasta tres días antes de su expiración en 1891, entonces le entregó el mando de la nación al general Baquedano, como una forma de evitar la venganza sangrienta de los alzados: el almirante Jorge Montt, el coronel Estanislao del Campo, el general Holley y sus amanuenses rentados, el diputado Walker Martínez y el abogado Julio Zegers, tras los cuales estaba el magnate inglés del salitre Thomas North.
Balmaceda, teniendo a disposición la inmensa riqueza salitrera, llevó adelante el gobierno con las mayores realizaciones en la historia de Chile: creó y construyó el Instituto Pedagógico para los nuevos profesores, fundó los hospitales de El Salvador y J.J. Aguirre, con sus respectivas escuelas de Medicina, sacó el Río Mapocho de la Alameda y lo instaló en su curso actual, creó más de 400 escuelas primarias, construyó un liceo en cada región y el primero destinado a señoritas, construyó el viaducto del Malleco, creó una red de ferrocarriles que llegaba desde Arica a Puerto Montt, trató de modernizar el Ejército con la contratación de oficiales encabezados por Emilio Körner, que venían del triunfante Ejército alemán en la guerra franco prusiana, entre otras cosas.
Balmaceda visitó personalmente todas las provincias, algo que era inusual en aquellos tiempos, y en uno de esos viajes pronunció un discurso en Iquique, donde señaló que las actuales concesiones salitreras se respetarían, pero que las nuevas concesiones se concederían solo a empresarios chilenos y que el ideal era que estas se explotaran de conjunto con el Estado chileno.
Thomas North, que ya tenía una buena parte de las salitreras y que pretendía tenerlas todas, vino a Chile y visitó al presidente en el Palacio de La Moneda. Allí intentó coimearlo con unos caballos de fina sangre y el mascarón de proa de La Esmeralda que trajo reconstituido. Balmaceda no le aceptó los regalos, que serían solo el principio para llegar a lo constante y sonante. North se indignó, habituado como estaba a comprar políticos chilenos “a chaucha”.
De ahí en adelante empezó a incubar el golpe de Estado. A él se incorporaron la Marina, casi en su totalidad, y el Parlamento, que en ese tiempo no cobrara remuneración, pero sí le recibía dinero por debajo de la mesa a Thomas North.
A ellos se sumó la Iglesia católica, que estaba enfurecida con el Gobierno, pues la separación entre la iglesia y el Estado en 1884, con la creación del Registro Civil, les hizo perder el próspero negocio de las inscripciones de nacimiento, matrimonio y defunción en las parroquias, y la administración de los cementerios. Esta separación fue iniciada por Domingo Santa María y Balmaceda la profundizó.
Balmaceda contó con el apoyo del Ejército chileno, tanto es así que el oro ingles tuvo que crear un ejército paralelo en Iquique. La Marina fue el eje militar que se alzó contra Balmaceda y el brazo político fue el Parlamento.
Chile perdió esa guerra a partir del error estratégico de dividir las fuerzas de tierra en una extensión que iba desde Coquimbo a Concepción, este mal consejo algunos se lo atribuyen al civil y ministro Julio Bañados Espinoza.
Con toda dignidad y en un esfuerzo por evitar que los desmanes y crímenes de los opositores en Santiago continuaran, Balmaceda puso fin a sus días con un pistoletazo en la Embajada argentina donde se encontraba asilado. Su testamento político es una pieza de ponderación y no llama a la venganza ni incita a nuevos odios.
Allende
El presidente Salvador Allende llegó al gobierno en 1970 por la voluntad popular libremente expresada. Sus dos grandes realizaciones son la nacionalización del cobre y la Reforma Agraria. Contó con un creciente apoyo popular, en todas las elecciones posteriores a 1970 obtuvo más votos. En las elecciones parlamentarias de 1973 obtuvo un 10% de votos más de lo que había obtenido en la Presidencia.
Allende llevó adelante un gobierno que reinsertó a Chile en el ámbito internacional estableciendo relaciones con países como China, que tan importante es para Chile hoy. Mejoró sustantivamente las relaciones con Argentina y su discurso en las Naciones Unidas contó con una asistencia que repletaba la sala y es recordado como uno de los más importantes de ese foro internacional.
Todo su mandato lo ejerció con absoluto respeto a los principios democráticos. No se registran crímenes, desapariciones, presos político o torturas. Allende fue derrocado por los norteamericanos como vendetta por haber nacionalizado el cobre.
Los errores de Allende se sitúan no en los principios, sino en el marco de la táctica y la estrategia. Se pueden señalar los siguientes errores tácticos:
- Abrió simultáneamente un frente con el Imperio norteamericano, con la burguesía industrial nacional y con los latifundistas del agro;
- Dio por supuesto que el campo socialista encabezado por la Unión Soviética lo acogería como un hermano, cosa que no ocurrió;
- Permitió que grupos de ultraizquierda, que poco aportaban en votos y apoyo de masa, le crearan nuevos enemigos al Gobierno, particularmente en el campo y en el ámbito de los medianos y pequeños agricultores.
Boric
El presidente Boric llegó a serlo por vías y circunstancia absolutamente fortuitas. Su ascenso es muy similar a quien fue el peor gobernador de la colonia, Melchor Bravo de Sarabia (1568-1575).
El día que asumió la Presidencia, antes de entrar al Palacio de La Moneda, se detuvo frente al monumento a Salvador Allende y, en un acto de aparente reconocimiento, inclinó su testa y puso su mano derecha en el corazón en una actitud reflexiva.
Todo era un sainete. Le entregó prácticamente gratis el litio a los herederos de Pinochet, enriqueciéndolos por varias generaciones. Respecto del cobre, fue a ofrecerles gratis 34 yacimientos a los canadienses. De hacer que las empresas mineras paguen los tributos que corresponden no se escuchó ni hablar. Respecto de nacionalizar el cobre: eso no se escuchó ni en las regadas fiestas del gobierno, que no fueron pocas.
La ineficiencia campeó en el Gobierno, partiendo por la ministra del Interior, Izkia Siches, que pensaba, como Bravo de Sarabia, que los Mapuche la recibirían con flores y no con balazos como efectivamente ocurrió. Luego fue a hacer el ridículo al Parlamento, faltando a la verdad respecto de un supuesto avión venezolano. El listado de los estropicios es largo: una directora de Presupuesto que tenía problemas para restar y sumar, un ministro de Seguridad que no se cuidaba ni él mismo, una ministra y una senadora dedicada al corretaje de propiedades, enlodando la imagen del chileno más importante del siglo XX, el embajador en España y la embajadora en Inglaterra, un ministro de área económica que afirmó que el tipo de cambio no afectaba pues los chilenos compraban en pesos. Para qué seguir.
El Gobierno se alineó con los norteamericanos en las agresiones a Nicaragua y Venezuela.
La guinda de la torta fue la acalorada defensa de un proyecto constitucional que trituraba a Chile, creaba una inmensa legión burocrática, un Estado plurinacional innecesario y que no renacionalizaba el cobre.
El gobierno de Gabriel Boric fue una miserable farsa.
El sainete llegará a su acto final mediante la entrega del mando el 11 de marzo próximo al hijo de un soldado nazi en la Segunda Guerra Mundial.











