Roberto Ávila Toledo (Abogado de DDHH)
“Fui abogado colaborador de la Vicaría de la Solidaridad, querellante por la muerte del presidente Allende, el bombardeo a La Moneda, la condena al coronel Cristian Labbé, el procesamiento del general J. E. Cheyre, el procesamiento del general Sinclair, condena a oficiales de ejército por la desaparición de la directiva del PS y otros.
Me convocan los Derechos Humanos
La comisión contra la desinformación instalada por el gobierno se constituye claramente en un atentado contra la libertad de expresión. Esto nos recuerda el Ministerio de la Verdad de George Orwell en su novela 1984, que es la crítica más demoledora al estalinismo desde la literatura.
Resulta sorprendente que desde la derecha liberal y desde la izquierda democrática, que suponemos libertaria, no pongan una resistencia política firme a esta iniciativa.
Esta se constituye en un acto de prepotencia intelectual, es decir, que hay personas que nos pueden decir qué es la verdad y qué es mentira en cosas tan opinables como la historia política de un país.
Este afán de imponer verdades oficiales no recuerda lo peor del estalinismo cuando, en la Unión Soviética, se escribía cada año la historia oficial del Partido Comunista Soviético y esta iba variando de acuerdo a cómo se daban las correlaciones de fuerza en la cúpula partidaria, desaparecían actores importantes, cobraban relevancia otros. Todo eso derivó en que la historiografía soviética no fuera tomada en serio en ninguna parte. Lo peor es que hay gente que terminó presa o perdió su vida bajo la imputación de diversionismo ideológico, que aquí le están cambiando el nombre y le llaman negacionismo.
La gran revolucionaria alemana Rosa Luxemburgo escribió que la libertad de expresión es la libertad del otro, es tener que escuchar lo que no te gusta.
Yo creo que de esa tradición viene la izquierda democrática chilena, no de la tradición de Laurenti Beria o el fiscal Vichinski.
No se observa cuál es el fundamento legal para que el Ministerio de Ciencias se transforme en el dueño de la verdad. Esto es una regresión grotesca. Volvemos a las verdades absolutas al “magíster dixi”. Estamos tirando toda la Ilustración y la modernidad científica por la ventana.
La ciencia en sí misma es un continuo negar lo que se tiene por verdad. Por eso, en epistemología, hablamos de la validez, que significa que una verdad determinada se adquirió por métodos científicos, y lo distinguimos de la vigencia, que es entender que ese conocimiento está vigente y es aplicable hoy. Pero todo ello con la conciencia de que más y mejores estudios pueden llegar a negar lo que es vigente hoy día como verdad. El negacionismo es un concepto liberticida que quizás pueda tener sentido en Alemania, donde el apoyo a la ideología y a la praxis nazi tuvo la participación mayoritaria de la población.
En Chile no hay nada que justifique sacrificar la libertad de expresión, pues los crímenes de la dictadura militar fueron cometidos por un grupo muy pequeño de personas, y creo no equivocarme en pensar que esas prácticas eran rechazadas por la mayoría de los chilenos.
Si, a pesar de todo, hay alguien que quiera defender esos crímenes, yo creo que hará el ridículo, y bueno, si quiere ejercer su derecho a la libertad de expresión y hacer el ridículo, pues que lo haga.
El gobierno se está metiendo en un pantano, pues una vez en funcionamiento esta comisión, ¿Qué va a hacer cuando una opinión histórica, por ejemplo, no les guste? ¿Van a meter preso a quien la emite? Si no, simplemente estará haciendo el ridículo. Esperemos que esto quede en un simple acto fallido y no en un real atentado a la libertad de expresión. Si esto se lleva a cualquier instancia internacional de Derechos Humanos, el gobierno de Chile va a perder.”
“Las opiniones vertidas en este espacio son de exclusiva responsabilidad de quienes las emiten, y no representan necesariamente el pensamiento“