Roberto Ávila (Abogado DDHH)
Se ha producido lo predecible, lo que era a todas luces inexorable, el progresismo con su agenda marginal, que transforma cualquier proyecto político en marginal, ha resultado pulverizado en las elecciones de ayer.
El pueblo en su inmensa sabiduría a proporcionado más de 2 millones y medio de votos al rechazo a la propuesta constitucional, amañada por el conjunto de la casta política con que ayer querían embaucarlo.
En Chile se produjo un gran alzamiento popular y ciudadano en 2019, este tenía como contenido fundamental el rechazo al modelo neoliberal, que con respecto al ciudadano de a pie se expresa en los abusos de los precios de colusión, el saqueo de ISAPRES y AFP, los precios de los servicios básicos, la corrupción desatada en el Estado el empresariado y la política.
Para salvar el gobierno de Piñera, el modelo neoliberal y sus propios privilegios como casta política, llegó a un acuerdo que tuvo un solo hilo conductor; engañar a la ciudadanía diciéndole que se buscaba una solución, cuando en realidad solo se daba largas al asunto y de esta manera, el reclamo económico de los chilenos se transformó en una propuesta que debilitaba el Estado, que negaba nuestra historia, que no nacionalizaba el cobre, rompía el principio de igualdad ante la ley y que debilitaba el Estado de Chile dejándolo a merced de las transnacionales y sus enemigos.
Esto fue rechazado por el país el 4 de septiembre, ante ello la armada de brabucones no echó pie atrás, no miró hacia el pueblo, no recogió sus reclamos, sino que capituló ante la derecha, que sacaba cuentas tan alegres que solo despertará en noviembre de este año.
Chile tiene una crisis desde hace 15 años, que se expresa en el estancamiento de su crecimiento económico, resultado del agotamiento del modelo extractivista, la sensación generalizada de los abusos del sistema, la crisis en su educación, la corrupción de sus instituciones, estos son los grandes problemas de Chile, que requieren de un nuevo proyecto nacional y no de una avivada de pilluelos disputándose una federación universitaria.
Esto es lo que ha caído pulverizado ayer, el afán de hacer tontos a los chilenos. Esta crisis nacional exige ideas claras, por eso se están despejando los campos en los de arriba y en los de abajo.
En la derecha se han hecho mayoría aquellos que tienen propensiones fascistas, pero que tienen también las ideas más claras respecto a temas tan graves como la inmigración y la seguridad Ciudadana. Ideas claras pero equivocadas.
En la izquierda también el campo se empieza a despejar, no de manera tan nítida aún, pero el proceso ha comenzado de una parte, los que ven el gobierno como una carrera empresarial para enriquecerse y que se puede engañar a la ciudadanía con simples gestos y con acuerdos con la derecha. De otro lado el campo popular, histórico de la izquierda, que tiene su proyecto nacional escrito desde hace tanto tiempo y con tanto sacrificio: renacionalizar el cobre y el litio, reformar drásticamente la educación, establecer derechos sociales, poner límite a los abusos del modelo neoliberal, crear un proyecto nacional de industrialización, profundizar el control ciudadano del funcionamiento del Estado, poner fin a la política como un negocio de enriquecimiento personal.
El engaño y la mentira deben cesar, el progresismo es un invento promovido y financiado por las transnacionales. Los chilenos no somos tontos, eso debería entenderlo la burguesía fiscal.