(360Noticias) En medio de un escenario de crecientes tensiones geopolíticas en el Caribe, Venezuela continúa demostrando que ha avanzado de manera sostenida en el fortalecimiento de su capacidad defensiva, particularmente en el ámbito de los sistemas aéreos no tripulados. Así lo demuestra el reciente avistamiento de un dron iraní de reconocimiento y ataque Mohajer-6 en la Base Aérea El Libertador, esto es parte visible de una política de desarrollo militar orientada a garantizar la soberanía nacional frente a las amenazas externas.
El hecho adquiere mayor relevancia si se considera que, casi en simultáneo, Estados Unidos anunció nuevas sanciones contra la Empresa Aeronáutica Nacional S.A. (EANSA), acusándola de adquirir y ensamblar drones de la empresa iraní Qods Aviation Industries, creadora precisamente del modelo Mohajer. Esta coincidencia temporal refuerza la lectura de que Washington observa con preocupación el avance tecnológico y la autonomía militar alcanzada por Venezuela en los últimos años.
De la dependencia tecnológica a la industria propia
Entre los años 2000 y 2025, Venezuela pasó de carecer prácticamente de capacidades en materia de drones a construir un arsenal diverso de sistemas aéreos no tripulados, destinados a labores de vigilancia, reconocimiento y combate. Este proceso se ha apoyado en más de dos décadas de cooperación estratégica con Irán y, en menor medida, con Rusia, permitiendo la transferencia tecnológica y la formación de cuadros técnicos nacionales.
Como resultado, el país ha logrado consolidar una de las industrias de drones más avanzadas de América Latina, con modelos propios y versiones ensambladas localmente que cubren distintos roles operativos.
Principales sistemas de drones en servicio y desarrollo
Entre los sistemas que conforman actualmente la flota venezolana destacan: Arpía 1 (ANSU-100 / Mohajer-2): Basado en el diseño iraní Qods Mohajer-2 y ensamblado en Venezuela. Es utilizado para vigilancia táctica de fronteras e infraestructuras estratégicas. Está operado por el Grupo Aéreo de Inteligencia N.º 8 de la Aviación Militar Venezolana.
- Antonio José de Sucre-100: Plataforma modernizada con apoyo iraní. Cumple funciones de observación y combate ligero, con capacidades de reconocimiento en tiempo real y ataque de precisión, incluyendo misiones antitanque y antipersonal mediante municiones guiadas de origen ruso.
- Antonio José de Sucre-200: Diseño venezolano desarrollado con apoyo iraní. Se concibe como una unidad polivalente y furtiva, apta para vigilancia de alcance medio, ataques aire-tierra, combate entre drones y tareas de defensa aérea. Actualmente se encuentra en fase experimental.
- Mohajer-6: Dron iraní suministrado a Venezuela a partir de 2020. Es una plataforma de reconocimiento y ataque equipada con misiles Qaem, utilizada para la protección de zonas e instalaciones estratégicas. Opera bajo control de la Aviación Militar.
- Orlan-10: Sistema de origen ruso incorporado desde 2020. Se emplea en misiones de reconocimiento táctico, vigilancia fronteriza, identificación de objetivos y corrección de fuego de artillería, con un alcance aproximado de 120 kilómetros.
- ANT-3X “Gavilán”: Desarrollo experimental venezolano, pensado para vigilancia ligera y como plataforma de entrenamiento para ingenieros y técnicos nacionales.
- Zamora V-1: Diseño venezolano basado en el Shahed-136 iraní. Se trata de un dron de merodeo, capaz de permanecer sobre un área determinada y lanzarse posteriormente sobre su objetivo.
Disuasión y soberanía
El avance de Venezuela en materia de drones debe entenderse como una respuesta defensiva y disuasiva ante las reiteradas amenazas, sanciones y agresiones militares provenientes de Estados Unidos en el Caribe y la región. Más allá de la narrativa sancionatoria, estos desarrollos evidencian la decisión del Estado venezolano de reducir su dependencia externa y fortalecer su capacidad de control territorial y protección estratégica.
La experiencia acumulada entre Teherán y Caracas muestra cómo la cooperación Sur-Sur ha permitido a Venezuela posicionarse como un actor con capacidades militares propias, enviando una señal clara: la soberanía nacional no es negociable y se defiende también en el terreno tecnológico y estratégico.











