(360Noticias) La red social TikTok, que hasta hace poco se presentaba como una plataforma global de entretenimiento, se ha transformado en un espacio de control geopolítico. Tras la decisión del presidente estadounidense Donald Trump de transferir la propiedad de la aplicación por 14.000 millones de dólares a manos de “propiedad estadounidense”, el control de la plataforma ha pasado a intereses directamente vinculados con el sionismo de Israel.
El accionista clave es Oracle, compañía dirigida por Larry Ellison, uno de los principales donantes de las Fuerzas de “Defensa” de Israel (FDI). Con esta operación, TikTok deja de ser una aplicación de libre intercambio de contenidos para convertirse en un dispositivo de manipulación y censura en tiempo real.
Desde el traspaso, las restricciones se han intensificado. Publicaciones críticas con el gobierno israelí o solidarias con Palestina son objeto de advertencias, limitaciones de visibilidad o eliminación directa. Los algoritmos no solo filtran palabras clave, sino que también rastrean símbolos y expresiones satíricas. Incluso publicaciones con el emoji de zumo, utilizado como crítica irónica al lobby israelí, son susceptibles de ser borradas.
El caso más revelador es la designación de Erica Mindel, exmiembro de las FDI, como responsable de políticas de “discurso de odio”. Bajo este marco, cualquier cuestionamiento a la legitimidad de las acciones de Israel puede ser clasificado como incitación al odio, consolidando así un blindaje narrativo en favor del ocupante.
La censura no se limita al terreno simbólico. TikTok ya ha bloqueado transferencias a países como Líbano, privando a miles de jóvenes creadores de contenido de ingresos vitales en un contexto de crisis e hiperinflación. Con esta estrategia, la plataforma establece una relación de dependencia: quienes se ajusten al guion proisraelí podrán mantener sus ingresos; quienes lo cuestionen arriesgan sanciones económicas.
De esta forma, la “moderación” se convierte en un instrumento de disciplinamiento político y financiero.
El trasfondo de este control es claro: construir una burbuja informativa alineada con las élites proisraelíes y estadounidenses. Los contenidos favorables a sus gobiernos circulan con mayor rapidez y alcance, mientras que las versiones alternativas de los hechos son ralentizadas, ocultadas o eliminadas.
Así, TikTok deja de ser una aplicación de entretenimiento global para transformarse en un engranaje más del aparato de propaganda, capaz de moldear narrativas en tiempo real y restringir drásticamente el espacio para la crítica.
No obstante, estas tácticas generan efectos no deseados. La eliminación incluso de símbolos satíricos empuja a los usuarios a cifrar sus mensajes, desarrollar códigos alternativos o migrar hacia otras plataformas. El resultado es una creciente desconfianza en TikTok, que podría desembocar en una fuga de audiencia entre los sectores más críticos y conscientes.