80 años de la Gran Guerra Patria Soviética: Reserva moral contra el negacionismo y el olvido

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Por Félix Madariaga

El acontecimiento mundial más importante de este año es la conmemoración del 80º aniversario de la victoria soviética en la “Gran Guerra Patria” y su importancia en la derrota nazi-fascista.

El próximo 9 de mayo no solo el pueblo ruso conmemorará lo que fue la gran hazaña, conocida como la “Gran Guerra Patria”, lucha que encabezó la Unión Soviética para librarnos de lo que fue, sin duda, el principal enemigo de la humanidad en el siglo XX, el nazismo. También desde este sur del mundo saludamos la derrota de la ideología nazi/fascista, que aunque derrotada logró sembrar su germen en América Latina en los años que vendrían.

No soy historiador, y no les voy a contar la historia de la Segunda Guerra Mundial y el rol del ejército soviético, esa la pueden encontrar en cualquier enciclopedia, pero sí quiero – humildemente – rememorar y analizar lo que significó para millones de personas la derrota de la Alemania nazi, y no como lo cuentan las películas de Hollywood en el cine o como lo cuenta la propaganda de los “vencedores”, en la que obviamente ellos son los héroes y los protagonistas, tergiversando los hechos para cambiar a su conveniencia la historia.

A 80 años de finalizada la guerra más despiadada que haya vivido la humanidad, surgen voces, imágenes, archivos, testimonios, verdades que cuestionan una realidad establecida como tal, porque Estados Unidos se declaró el vencedor, utilizando para ellos todos los medios a su disposición.

De hecho, finalizada la II Guerra Mundial, la Unión Soviética fue vista como uno de los principales protagonistas en la derrota del nazismo y el fin de la guerra. Pero con el paso de los años, su papel se fue empequeñeciendo en favor de los Estados Unidos, el último de los aliados que ingresó en el conflicto. Por lo mismo hoy no soy neutro, y quiero reconocer a los verdaderos vencedores.

Los ejemplos son innumerables, desde el descubrimiento y conquista de América, con el exterminio de sus pueblos originarios, los procesos de industrialización con el empobrecimiento de campesinos y el saqueo de los recursos naturales, las frágiles democracias a cambio de pactos de silencio, la justicia en la medida de lo posible, las amnistías para los violadores de derechos humanos y la apertura salvaje al capitalismo, tantas historias contadas a medias, tantos actores excluidos de su rol.

La Unión Soviética hizo la mayor contribución a la victoria sobre el nazismo, destruyendo más del 80% de los soldados y oficiales enemigos y el 75% del equipo militar total en el Frente Oriental. Como resultado de la guerra, la URSS se convirtió en una de las dos principales potencias mundiales

¿Fue importante el desembarco en Normandía? Sí, ese 6 de junio de 1944 marcó un hito importante en el posterior desarrollo de la guerra, pero no hay que olvidar que el punto de inflexión fue la batalla de Stalingrado, finalizada un año antes, que frenó la ofensiva alemana en territorio soviético debilitado las fuerzas del Eje.

La percepción generalizada sobre el desembarco en Normandía es que esa victoria se debió únicamente al poderío militar de Estados Unidos, sin embargo, fue un esfuerzo conjunto de los aliados, bajo el liderazgo británico. Recordemos que la entrada de los Estados Unidos en la II Guerra Mundial fue en diciembre de 1941, tras el ataque a Pearl Harbor y 6 meses después de la Unión Soviética.

Es muy fácil reducir la victoria soviética contra la ofensiva alemana en su territorio al efecto de los duros inviernos, es una reducción perversa que despoja de toda trascendencia al ejército rojo, los líderes y al valiente pueblo ruso que combatió y contra todo pronóstico derrotó al ejército nazi.

Reivindicando roles

A partir de un breve recuento de las extraordinarias victorias alcanzadas por la Unión Soviética en las batallas de Moscú, Stalingrado y Kursk, así como en las grandes ofensivas de los años 1944 y 1945, que liberaron a un numeroso grupo de países y condujeron a las acciones decisivas en Berlín, se fundamenta el protagonismo de los soviéticos en el desenlace de la contienda y se refutan las interesadas falsificaciones de la verdad histórica occidental.

¿Qué hacían las otras potencias occidentales en Europa mientras la Unión Soviética detenía el avance alemán en Moscú y Leningrado?
Prácticamente nada. A pesar de la insistencia de Stalin de abrir un segundo frente, los aliados dejaron a Rusia sola: el desembarco en Sicilia se produjo el 10 de julio de 1943, cuando los soviéticos habían vencido en Stalingrado el 2 de febrero, fecha de rendición de los alemanes y en la batalla de Kursk a mediados de julio. El tan esperado desembarco de Normandía no se realizó hasta el 6 de junio de 1944, cuando los primeros soldados soviéticos ya estaban cruzando el río Vístula y entrando en Polonia el 16 de julio del mismo año y el 22 de junio iniciaron la operación Bragation que destruyó el grupo del ejército centro alemán, entre 25 y 28 divisiones, 350.000 hombres en total, su más grande derrota en la guerra.

El precio pagado por el pueblo soviético para librar a la humanidad del nazismo fue enorme: 27 millones de muertos entre combatientes y civiles, 2 millones de desaparecidos y casi 20 millones de heridos, muchos con incapacidad total; la desaparición de más de 80 mil ciudades y poblados y cientos de miles de kilómetros de vías férreas, carreteras y puentes destruidos. Esto es una verdad histórica, que se ha manipulado a propósito con el pasar de los años. Las casualidades no existen y ha sido un largo trabajo de inteligencia en el que han gastado ingentes recursos económicos, esos que no gastaron en la guerra para librarnos del nazismo, y el responsable sabemos quién es, una de las naciones más poderosas del mundo, que tiene la capacidad de crear y ocultar verdades.

No hay vergüenza en el reconocimiento de la verdad, eso deberíamos tenerlo claro en Chile. En un país en el que después de 50 años seguimos buscando a nuestros desaparecidos y desaparecidas, en un país en que después de 50 años no hay verdad, justicia ni reparación; reconocer el rol del Estado soviético en la derrota del nazismo es una reserva moral para seguir luchando, para no olvidar, para combatir cualquier forma de glorificación del nazismo que intente instalarse en nuestras aún frágiles democracias.

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