por Ale Mora
Varios países, principalmente de derecha y extrema derecha, junto a Estados Unidos, marcaron su posición frente a Venezuela, entre ellos Chile.
Más allá de expresar una profunda pleitesía a la dominación geopolítica y a los intereses norteamericanos, esta carta establece un nuevo precedente en nuestro país. La coalición gobernante, escudada en la institucionalidad golpista que ha azotado a nuestros compatriotas por más de 35 años, acepta esta consigna sin reparos. Con ello, reafirma el ADN golpista que aún impera en nuestra clase política, todo desde una supuesta izquierda que carece de fundamento ideológico. La actual subordinación es aceptada sin “peros” por la élite nacional, demostrando que, a más de 200 años de su supuesta independencia, aún no rompen las barreras ni las cadenas de la antigua colonia.
En un Comunicado Conjunto sobre la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela, los Gobiernos de Argentina, Costa Rica, Chile, Ecuador, Estados Unidos, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay expresaron su categórico rechazo al anuncio del TSJ de Venezuela. Este tribunal, el viernes pasado, anunció haber concluido la “verificación” de los resultados del proceso electoral del 28 de julio, emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), convalidando los resultados.
Este nuevo eje del mal en Latinoamérica arrastra a Chile hacia una declaración intervencionista que, junto con promover el autoritarismo del capital, por debajo cuestiona las relaciones con países que se han mantenido al margen, como México, Colombia o Brasil. Pero si alguien cree que esto se reduce a simples declaraciones, se equivoca. Los vínculos cercanos en política se traducen en políticas conjuntas, sociales, económicas y militares, y esto ya está en marcha. Entonces, el problema no es solo de Boric; el problema es de Chile.
Estar cerca de un Gobierno como el de Estados Unidos, que promueve asesinatos en todo el mundo y que hoy invierte más de 38 mil millones de dólares en la maquinaria de guerra israelí que desangra a Palestina, no le causa remordimientos a nuestro gobierno. Trabajan codo a codo con un gobierno terrorista como el de Ucrania, y avalan a figuras como Dina Boluarte. La coalición gobernante ha tomado una postura clara: una posición por encima del derecho internacional, una posición genocida y anti democrática que debe ser condenada con el máximo rigor por aquellos militantes que se consideren de izquierda.
Debemos recordar que llevamos a Allende y a Enríquez en la acción, no solo en los labios. Es fundamental despreciar a quienes desde su condición de clase insolentemente conspiran contra quienes luchan por su liberación.
En resumen, la coalición de gobierno en Chile es el enemigo porque llevan a Allende en los labios pero a la dictadura en la acción.