Kelly Carreño
Caracas, 28 dic (Sputnik).- La llegada del covid-19 a Venezuela generó expectativas, pues los gobiernos que adversan a Nicolás Maduro advertían sobre una catástrofe en el sistema de salud. Sin embargo, a nueve meses de los dos primeros casos, el país caribeño está entre los que registran menos muertos en Sudamérica debido a la enfermedad respiratoria.
El 12 de marzo, el presidente Maduro decretó la suspensión de vuelos desde Europa y Colombia, para evitar la propagación del virus.
A esa medida se sumaron la suspensión de las clases y una cuarentena radical, en la que solo podían laborar los sectores esenciales.
El uso del tapabocas se volvió obligatorio en todo espacio público. Las calles permanecieron desoladas por tres meses, hasta que en el mes de junio el Gobierno implementó el plan 7+7, que consiste en siete días de flexibilización de los sectores económicos y siete días de confinamiento.
Los hospitales no se abarrotaron de pacientes y las escenas de muertos en las calles, como en otros países, no se vieron en Venezuela pese a la crisis económica que enfrenta.
ACCIONES
De acuerdo al Gobierno, las sanciones de Estados Unidos le impiden la libre compra de medicamentos e insumos médicos.
En reiteradas ocasiones Maduro pidió el cese del bloqueo para enfrentar la pandemia, situación que hasta la fecha no ha ocurrido.
Sin embargo, Venezuela recurrió a países aliados, y así no cedió a la presión extranjera que vaticinaba un colapso en su sistema público de salud. China, Cuba, Rusia, Turquía y el sistema de Naciones Unidas, a pesar de la presiones, no dejaron sola a Venezuela.